Algún día de éstos me pegaré un balazo en la pierna
a ver si así me dan ganas de moverme,
de despertar distinto,
de despertar con más vida en cada dedo.
A ver si así dejo de ser cristal opaco
y si así se pintan de rojo mis soles
y mis días
y mis letras.
Algún día lo haré, pero hoy no tengo ganas.
Hoy es día de estar tendido boca arriba
y ver cómo las grietas se hacen más grietas
y el trabajo más peso
y cómo el peso se hace menos peso.
Hoy sólo tengo ganas de dejar ir el día;
no de morir; sólo de no vivir hoy.
Vivir sin conciencia ni mente de mí unas horas,
apagar todo este estruendo que pienso
y que es como estar parado
frente a un batallón de fusilamiento.