De esas cenizas, fénix nuevo espera;

Mas con tus labios quedn vergonzosos
(que no compiten flores a rubíes)
y pálidos, después, de temerosos.

Y cuando con relámpagos te ríes,
de púrpura, cobardes, si ambiciosos,
marchitan sus blasones carmesíes.


Francisco de Quevedo


miércoles, 28 de noviembre de 2018

Ẹja, el Poder de la Selva - Análisis de la Percepción de los Trolls - El Gran Vacío



ẹja, el poder de la selva
Análisis de la Percepción de los Trolls en el Continente de Úrim

Licenciado en Literatura, Lengua y Letras
Sergio de Medina y Marte
Tercera Sesión de la Academia, Toledo



Los Trolls son, sin duda, una de las razas más exitosas de Úrim. Su poderío no se limita sólo a lo físico, sino que también poseen tesoros intelectuales que no han sido debidamente explotados. El análisis a fondo de la postura de Úrim respecto a Thule permitirá identificar el racismo subyacente en las islas que forman el continente mayor, y cómo estas ideas arcaicas están frenando el conocimiento milenario de una raza que no se ha dejado dominar por nuestra cosmovisión.

Palabras clave: Trolls, Academia, Cuarta Era, Enyai-Narok, Racismo.


Introducción
La Academia Toledana se ha cerrado a la información que llega de las tierras de los enanos y del Imperio Orco. Los trolls avanzan y las viejas ciudades de Enyai-Narok y Alzagoth están mandando barcos a nuestro continente, confiados en que nuestras defensas no podrán detenerlos. Un trabajo como éste, un análisis sociológico de la raza guerrera de Thule, nos permitirá no sólo conocer al enemigo, sino también entender las justificaciones históricas, verdaderas o no, que los mueven, una vez más, al conflicto.

La sociedad troll ha recibido poca atención no sólo en las últimas décadas – algo que ya resulta, de por sí, preocupante – sino desde fines de la Tercera Era. Autores como Heródoto (89.II) o el orco Mal’kuth Golgoth (185.III) fueron los últimos en tratar a los habitantes de Thule, aunque en ambos casos, de manera poco objetiva. Los gnomos han tenido conflictos con ellos desde hace milenios, y los orcos, cegados por el poderío de la tribu Atai, los pintan siempre con una mezcla de alabanza y envidia. Sin embargo, ambos casos son la excepción: los trolls, al menos en la Academia, ni siquiera existen.

Hipótesis:
La historia troll se relegó en Úrim porque consideramos que el silencio es mejor defensa que el conocimiento y porque, en general, asumimos que los trolls son incapaces de pensamiento.

Preguntas de Investigación:
1.      ¿Por qué se han invisibilizado tanto los guerreros Atai-Ájok en los últimos ciclos?
2.      ¿A qué riesgos reales nos enfrentamos cuando nos enfrentamos a ellos?
3.      ¿Qué barreras hay en Enyai-Narok que no nos permiten acercarnos a los trolls?
4.      ¿Cuál es la actitud de los urímacos con respecto a Thule?

Para este trabajo se utilizaron los fragmentos de información que pude rescatar del libro La formación del Mundo (Anónimo, 25.IV), a Heródoto (89.II), Mal’kuth Golgoth (185.III) y el ensayo sociológico del Padre de la Academia, Snefru (1740.IV), titulado Fronteras del Mar y de la Guerra: La división perpetua entre Thule y Úrim. Se revisaron las cartas que mandó el capitán Lynch (1756.IV) a Enyai-Narok, cuando se restructuraron las rutas comerciales entre los continentes.

            La principal idea de Heródoto (89.II) es que los trolls y el resto de las razas de Úrim son incompatibles; una idea que se ha venido repitiendo, incesantemente, desde hace más de tres mil ciclos. Autores como Snefru (1740.IV) no sólo refuerzan la idea con sus tratados, sino que hacen cada vez más grande la brecha. Éste, en particular, nos dice que:

Los trolls no debieron llegar a Úrim. Durante mil ciclos han invadido la Costa de Marfil con la intención de restaurar lo que alguna vez fue la ciudad de Briyumba. No sólo eso; también el último bastión de los ja ha redoblado sus esfuerzos por conectar con los pantanos del Este. Y yo les digo, no debemos permitirlo. A pesar de los esfuerzos de Lynch en los últimos ciclos, la Academia se mantendrá firme en su guerra en el mar. Los Legatus orcos han hecho un excelente trabajo en la frontera occidental del Gran Mar Océano —algo que, de cierta manera paga el error del infame Yog-Murosh—, y con apoyo de las fuerzas madrileñas y de Toledo, no debemos preocuparnos por una nueva invasión troll en muchas décadas. (p.51).

La postura de Snefru, por cierto, no es extraordinaria. En muchos de los textos producidos por la Tercera Corte de la Academia, la actitud general hacia el pueblo del Este es la misma. Gnomos, humanos, elfos, orcos, todos parecen repetir la misma idea una y otra vez. Los únicos que parecen tenerles algo de respeto dadas las circunstancias extraordinarias de la Segunda Era son los Enanos, y aún ellos no pueden evitar las palabras de desdén de vez en cuando. Y, como nos recuerda Mal’kuth Golgoth (185.III, p.40), hay razones históricas. La devastación de la Segunda Era, aunada a la fabricación de armas de guerra como los Escorpiones y los Oleópodos, así como la militarización constante durante la Tercera y principios de la Cuarta Era y las constantes batallas en el Mare Nostrum de Hiva, son resultado directo de una belicosidad desenfrenada. Algunos autores como Hernando de Córdoba (1627.IV, p.41-50) aseguran que la regeneración anormal de los trolls puede estar afectando su capacidad cognitiva: con un cuerpo que se cura de toda herida que se le haga y que, además, está privado de la luz solar natura, es lógico pensar que los cerebros de los trolls se quedan estancados en un estado primitivo muy similar al infantil. Este estado, sigue de Córdoba, explicaría por qué los trolls son incapaces de emociones complejas, como el amor, y por qué en Úrim no se conoce una sola pieza de literatura o ciencia proveniente de Enyai-Narok.

A pesar de tener tanta información en contra, — quiero aclarar que casi el 90% de la bibliografía anexada en este trabajo lo dice— hay un par de autores que no sólo dicen que estamos equivocados desde la concepción misma que tenemos de los trolls, sino que, además, es probable que sean culturalmente superiores a todos nosotros, incluyendo a los elfos (Odinsson, 15.III, p.140). Lo que busco con este trabajo es demostrar que Odinsson tenía algo de razón, y para ello intentaré unir los fragmentos de información que quedan desperdigados en las bibliotecas de Úrim. El único que ha hablado a favor de los trolls, gracias a una convivencia muy cercana con ellos, es el ya muy repudiado al-Sarrás (1816.IV, p.220), que asegura en el controversial libro Las Guerras Troll que nosotros somos los incapaces de entenderlos a ellos, y no al revés.

Úrim descubrió, no sin mucho dolor, que los trolls no son una raza débil. Desde la invasión en la Segunda Era hasta los más recientes conflictos en el Gran Mar Océano, pasando por la devastación de Ashbury en Hiva y las múltiples veces que los gnomos han solicitado refuerzos en Thule, está claro que la guerra está en las venas de estos seres. Los primeros registros decían de ellos que “[…] eran grandes, fuertes, y se transformaban en piedra con el sol. Venían corriendo y aullando, y ni nuestras máquinas de guerra ni nuestros soldados parecían capaces de ahuyentarlos (Al-Hayek, 71.II, p.37)”. A pesar de los esfuerzos conjuntos de nuestros antepasados, los eventos de las Dos Eras pasadas jugaron, de cierta manera, siempre a favor de las tribus Atai y Ájok, y la destrucción de Meberé, la ciudad-santuario de Thule sólo vino a empeorar las cosas. Perder un cúmulo social tan importante es difícil; la masacre de un centro religioso, político y cultural, es imperdonable. Y lo cierto es que la destrucción de la ciudad santa no sólo pasó desapercibida en la mayoría de Úrim; se sabe que, con la llegada de los Señores Dragones durante la Tercera Era, este acontecimiento, que debió haber cimbrado las raíces de la ciudad arbórea de Iunu-Ra no fue, siquiera, un tema político. La principal prueba de esto es que ni Ramsés IV (250.IV), que decía estar más o menos del lado de los trolls (p.16), ni el gran aliado de Enyai-Narok, el capitán granadino Nadir ibn-Betel (314.IV) reportaron el evento. Una omisión así de grande, desde mi punto de vista, responde a un problema mucho mayor, enraizado en la mente de los urímacos desde la destrucción de Kizad en la Segunda Era: los trolls, a pesar de su poderío y su figura erguida, sus dos piernas, pulgares y brazos, no se pueden, ni se deben, considerar humanoides[1] completos.

            Este prejuicio va más allá, sin embargo, de si se escribió un renglón o no sobre la masacre de Meberé — cosa que, por cierto, ya habla bastante. Lo que me llama la atención, como miembro honorario de la Academia, es que han sido la única raza a la que se le ha enfrentado con los dragones con completa alevosía. Nadie, ni siquiera en la Tercera Era, cuando los Coatliquetzales de los tenochcas se rebelaron, ni cuando se descubrieron las horribles consecuencias de extraer la esencia de los Elementales en la Gran Forja de Runas; ni siquiera cuando los orcos y los granadinos se unieron para crear tormentas de fuego y rayo para detener los constructos enanos, nunca, jamás, a nadie se le enfrentó de manera tan terrible con los dragones. Y a finales de la Tercera Era Temprana, cuando los cristales Lys de los enanos se levantaban en el cielo gracia a la tecnología prohibida de los gnomos, decidimos que los trolls eran ideales para probar qué tan lejos podían llegar Alioth y Mijmara, dos de los dragones más poderosos de la primera categoría.[2] La respuesta: muy lejos. Los trolls tardaron no un par de ciclos, ni cinco, ni treinta: sólo las poderosas murallas de Enyai-Narok, el esfuerzo combinado de las tribus enemigas y el constante sacrificio de arak’hai de Alzagoth logró detenerlos —y aquí es donde estriba mi mayor conflicto— tres generaciones después. Tres generaciones. Cien ciclos. Odinsson (15.III, p.44) nos había advertido ya desde principios de la Tercera Era que los Emperadores del Segundo Imperio estaban buscando cómo romper lazos con los arak, pero de eso a considerar que lanzar un ataque de dragones sobre ellos era la única vía clara para silenciarlos, hay varios niveles de diferencia. Y quiero resaltarlo, a pesar de que la Academia y Mekanikéia lo vean con malos ojos: Los ataques de la Tercera Era estaban pensados como guerras de exterminio.

¿Y qué dijeron los trolls?

Nada. Ellos sabían que habían destruido partes de Úrim casi mil ciclos antes, y cuando les llegó a ellos la hora de pagar, lo hicieron con la frente en alto. De Córdoba (1627.IV), contemporáneo de Luis de Góngora, dice que “Se lo tenían merecido (p.102).” Snefru (1501.IV) lo dice sin miramientos: “Los trolls son, desde la Segunda Era, un lastre. Estoy convencido de que sería mejor exterminar a los trolls de Thule para poder reclamar sus tierras y recursos para la gloria de la Academia (p.3).” Está claro que su postura se ha hecho un poco más blanda con los ciclos, pero no deja de creer que Thule es tierra desperdiciada. Un caso más, recuperado por Melville (1851.IV): el hundimiento de los balleneros Essex y Pequod. Melville asegura que los balleneros poseían una tripulación de esclavos troll[3](p.14), y al-Sarrás (1817.IV) añade más datos: los balleneros salieron manejados por imbéciles que prefirieron utilizar tripulaciones dispensables por si algo salía mal (p.88). Estamos todos en el acuerdo de que ésa era la práctica más común hace sesenta ciclos, y más cuando Moby Dick rondaba las aguas del Gran Mar Océano, pero el punto es el mismo: que lo hayamos hecho no lo justifica.

¿A qué quiero llegar con esto? Tengo dos objetivos claros: El primero, es muy evidente, es hacer un llamado de atención para los urímacos: estamos tratándolos como creemos que ellos nos trataron – de cierta manera, mi hipótesis de que buscamos defendernos a través del silencio es errónea, pero encontré algo más interesante: callamos lo que no nos conviene que sepan los demás pueblos de Úrim. Los datos sólidos que nos ha aportado Thule desde el principio de nuestra relación como vecinos de lado a lado del Gran Mar Océano son claros: Los trolls tratan a Úrim como otros trolls porque nos respetan. Nos tienen en tan alta estima que, durante la guerra, pelean con un fervor que sólo se les conoce en contra de sus enemigos más poderosos. La invocación de Mijmara les movió algo: por primera vez en toda la historia de Úrim, se sintieron débiles, y no les gustó. Por desgracia para Úrim, la llegada de los Señores Dragones a Thule causó algo peor: las tribus rivales se unieron y ya no existen los Ogun Olori Ájok y Atai, sino el conglomerado Atai-Ájok, una pared que es, a todas luces, indestructible. Y reitero: nosotros tenemos la culpa de las mega-barcazas de guerra que azotan el Gran Mar Océano. El segundo objetivo de este trabajo fue hacer un llamado de atención: estamos perdiendo nuestras almas por intentar combatir a nuestros enemigos. La necromancia de la Primera Era se repudió por el dolor que le trajo al mundo, pero con la llegada de los trolls, permitimos las monstruosidades de hueso que aún recorren las dunas de arena del Sharran; con tal de exterminar a los trolls, les lanzamos dragones, bestias que son capaces de arrastrar placas tectónicas si quisieran. Ojo, Úrim: te estás transformando en el monstruo que querías detener.

·         Heródoto, La Llegada del Enemigo, La Academia, Iunu-Ra, Ciclo 89, Segunda Era, p. 32.
·         Mal’kuth Golgoth, “Armas Orgánicas” en La Guerra en Úrim Durante la Tercera Era, La Academia, Mares Anthal, Ciclo 185, Tercera Era, pp. 38-102.
·         Melville, Herman, Notas Sobre los Balleneros, La Academia, Nantucket, Ciclo 1851, Cuarta Era.
·         Al-Sarrás, Baltasar, Las Guerras Troll, Editorial y País desconocidos, Ciclo 1817, Cuarta Era, p.220.
·         Odinsson, Sindre IV, Conociendo al Adversario, La Academia, Skølsgarde, Ciclo 15, Tercera Era.
·         Snefru, Fronteras del Mar y de la Guerra: La división perpetua entre Thule y Úrim, La Academia, Iunu-Ra, Ciclo 1750, Cuarta Era.
·         Anónimo, La formación del Mundo, Editorial y País desconocidos, Ciclo 25, Cuarta Era.
Lynch, Davey, Abraham Lynch, Cartas de mi Abuelo, el Traidor, La Academia, Granada, Ciclo 1756, Cuarta Era.


[1] El término “humanoide” se utilizó por primera vez en el tratado Definiendo Úrim: Qué une tan diversas otredades (Frankl, 1675.IV).
[2] Se Nahr, el Destructor, se salió de control e invocó a los Guardianes oscuros Yog-Sothot y Nut, y después de eso, la magia se suprimió absolutamente de Úrim. Me interesa resaltar que Nahr atacó Iunu-Ra, Skølsgarde, Granada, y que sus efectos se sintieron en toda la parte occidental del mundo; léase, se sintieron en nuestras tierras. Todo cuanto les pasa a los trolls, o todo cuanto les ha pasado hasta ahora, nos es irrelevante.
[3] Recordemos, sólo con el afán de ser lo más objetivo posible, que los pocos amigos que llegó a tener la raza de gigantes en Úrim los traicionaron cuando descubrieron la receta del veneno Fẹnuko ti Iku, que inhibe la regeneración de los trolls y que, además, los hace entrar en un estado de sopor que no puede deshacerse mas que con el antídoto. Una vez más, en Úrim no es posible conseguir dicho antídoto porque en Úrim nos interesa tener soldados y mano de obra barata, no humanoides, porque no podemos controlarlos. La falta de control genera miedo, y así, hasta que llegó el beso de la muerte, vivimos con miedo durante casi tres milenios.

Actualizaciones generales

En los últimos meses han pasado muchas cosas.
  1. Este blog tiene como un año sin actualizarse, y no por falta de interés, sino de tiempo.
  2. Mi número de libros pasó de 2 a 6, aunque no todos están publicados.
  3. Me publicaron un cuento en la revista digital Quinta Raza - un cuento que es una muestra de lo que está por venir en El Gran Vacío.
  4. Fui a la FIL 2017 (Les dije, ocupado) y aunque hablé con varias editoriales, no me han publicado.
  5. El libro de pociones "El Gólem" incluye, justo ahora, 20 cuentos terminados y es probable que pase a 60.
  6. Nació Luna, mi hija.
  7. Novarii es la primera novela de ciencia ficción de un nuevo universo, Wanderers - sin embargo, Wanderers siempre será una parte de El Gran Vacío.
  8. Altas y bajas en general, pero celebro en diciembre dos años de trabajo en el Bachillerato en Artes y Humanidades - si puedo juntar textos de mis alumnos, me gustaría publicarles un libro, aunque sea digital.