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Como prometí hace unos días, les comparto un capítulo de la novela de alta fantasía Necromancia. La traducción lleva poco más del 50% y espero poder terminar de traducirla para principos de agosto. Gracias por su paciencia y aquí está el capítulo 8: Historia de los necromantes, quiénes son y por qué llegaron a la superficie de Úrim. Espero que les agrade!
(Nota al margen, este sólo es un fragmento del capítulo 8 :D )
Los capítulo 3-7 tratan con las historias de los siguientes pueblos:
Capítulo 3: Historia de los Enanos
Capítulo 4: Historia de los Hombres
Capítulo 5: Historia de los Elfos
Capítulo 6: Historia de los Orcos
Capítulo 7: Historia de los Gigantes
También se incluye este mapa en las primeras páginas del libro, y muchos más están incluidos en la página de Facebook de la novela:
Pueden conseguir su copia de la novela en español en Amazon y leer este mismo capítulo en inglés aquí.
8.1: Fundación
Hasta ahora se ha contado la
historia de las razas principales de Úrim; de cómo los enanos deforestaron el
norte y se expandieron al este de su territorio, de la batalla contra Mekános,
la aparición de los hombres, la magia y el poder; las guerras del sur, del
oeste y del este; el nacimiento de los dragones y los imperios orco y humano.
De la fundación de varias ciudades de la antigüedad. Pero más allá de todo
esto, lo que define el término de la Primera Era es lo que se hablará en este
capítulo: La aparición del Círculo de los Necromantes y la tierra maldita de
Thánatos. Como nota adicional, es también una de las partes que más trabajo me
costó escribir, pues las fuentes son muy vagas; las fechas y nombres varían y,
en general, lo escrito por los necromantes se perdió o se censuró a fines de
esta misma Era dado el nivel de destrucción que trajeron sus prácticas.
Arrojado en
Thánatos por el mar, e incapaz de morir, Nergal reptó por el terreno volcánico
durante varios ciclos. Los necromantes que vivían en Úrim, ayudados tanto por
los etermantes y los muertos, pronto se enteraron de la existencia de Nergal,
el primero de los no-muertos, y no tardaron en seguir su rastro de peste a
Thánatos. Antes de la llegada de Nergal, Thánatos tenía ya algo de mala fama:
apenas un ciclo después de hallar el Maelstrom, la isla fue descubierta en 777
por los piromantes de Dhabi. La descripción más alentadora se sintetiza en la
nota del capitán del Djinn, Raif
Halal:
“[…] una roca
negra, impenetrable, cubierta perpetuamente por la cenizas de un volcán que
sólo tiene segundo en el monte Thor. Se eleva como una corona de fuego por
encima del terreno casi plano de la isla. No hay vida sana que pueda subsistir
aquí. El agua que cae de la lluvia se vuelve lodo al atravesar la atmósfera y
antes de caer se ha estancado ya. Poco después, se pudre en el suelo. Algunas
plantas han podido germinar, pero nacieron en muerte perpetua. Ennegrecidas.
Intoxicadas. Desde el barco parece como si hubiera una fina capa de terciopelo
negro sobre toda la isla. Tal vez sean las hojas de las plantas las que dan una
ilusión de vida. Hay más variedades de hongo de las que puedo nombrar y mis
hombres se alteran con la mera vista de la isla. Varios cráteres, desde los que
parece brotar un humor ceniciento, forman el paisaje más común de las planicies
negras de esta isla. De algunos otros brotan columnas de fuego que surcan la
tierra con sus ríos de magma y dan montes a la planicie. De no ser por las
emanaciones de la tierra, la isla parecería una segregación del tiempo; un hijo
bastardo arrojado a una prisión inmóvil, una imagen estática de la muerte.
Desde que la avistamos supimos que había algo torcido. No desembarcaremos. No
soy idiota. Aún cuando en Dhabi me repriman por volver antes, no arriesgaré
nuestras vidas en vano. Haremos un mapa de la extensión aproximada y daremos la
vuelta.”
La idea de una
isla de muerte agradó a diversos grupos y para el 800, Thánatos era la isla
cárcel o isla de exilio de hombres y orcos. Los barcos los abandonaban a su
suerte; los criminales más afortunados morían poco después de desembarcar. Los
menos se veían orillados al canibalismo y terminaban aullando; enloquecidos de
miedo, los orcos y los hombres se degeneraban hasta transformarse en gules. No
es de sorprender, pues, que los necromantes que sobrevivieron a la lucha en
Glitnir y que lograron llegar hasta Midgard —y quienes, a su paso, iban
adquiriendo adeptos—, hubieran decidido establecerse en la isla. Muchos de
ellos, parias ya en sus tierras, llegaron a Thánatos buscando saciar su
adicción a la magia de la muerte. Nergal, atrapado en la isla desde hacía más
de 100 ciclos, se había adaptado a las tierras calcinadas de la isla y encontró
en Thánatos un ecosistema propicio para desarrollarse.[1]
Los necromantes pusieron pie en la isla hacia la década de 790.[2]
Algunos ciclos
después del desembarco de los necromantes, nació un pueblo costero llamado
Heracleion[3],
muy pequeño pero que había logrado soportar las condiciones extremas de la
isla. Las casas y calles del puerto tenían la apariencia de algo que ha estado
en el mar por una eternidad. Sería más correcto, de hecho, decir que a Heracleion
lo arponearon desde las profundidades y lo arrastraron hasta la costa. Sus
casas, tabernas y edificios fueron pescados, arrebatados del fondo del Gran Mar
Océano y los prisioneros aprendieron a convivir con aquello enorme, sin edad y
sin principio. Fue hasta mucho después que la intervención de manos mortales
desbastó las piedras primigenias de su olor marino para cubrirlas de huesos.
El flujo
constante de prisioneros de las capitales de Úrim, sobre todo de Mares Anthal,
Shurub´Gul, Dhabi y Granada, proveía a los necromantes con potenciales
aprendices y materia prima. Cabe mencionar que estos prisioneros no solían ser
magos y tenían poca o ninguna capacidad de defenderse ante los necromantes. Con
el tiempo, además de los exilados, las grandes ciudades de la Antigüedad
comenzaron a enviar a sus enfermos, muchos de los cuales morían en el viaje.[4] Dhabi fue el principal
conducto de las ciudades humanas; los orcos, por su parte, explotaron los
astilleros de Mares Anthal al máximo. Se estima que, a la semana, al menos dos
barcos de cada raza lograban llegar a las orillas de Thánatos para deshacerse
de su carga. Algunos de los capitanes registraron ataques de la raza contraria;
es famoso el incidente de 786 en el que un par de piromantes incendiaron la barcaza
orca Yafraggan y del cerco que
impusieron los orcos tras la pérdida. Los piromantes solían rodear por el
norte, pues el punto sur había pasado completamente a dominio orco.
Con todo, la isla
de Thánatos tuvo, gracias a los desembarcos, un atisbo de vida. Descubierto
seis o siete ciclos después de que llegara la primera generación de exiliados,
Nergal fue perseguido y acosado por los necromantes, hasta que lograron
atraparlo en un foso que cubrieron poco después con rejas. Conocedores,
algunos, de las ciencias alquímicas que Gilgamesh acababa de revelar a Úrim,
los necromantes supieron a la criatura reptante[5]
la única forma de vida adaptada a las condiciones extremas de Thánatos y
buscaron extraerle sus secretos. La alquimia primigenia, derivada de los conocimientos
de los jotuns, les proporcionó el instrumento esencial de su supervivencia: una
poción que les permitió adaptarse a las condiciones climáticas. Varios ciclos más
pasaron hasta que la alquimia que había surgido en Úrim —en donde se hablaban
de las propiedades milagrosas de la Piedra Filosofal,[6] aunque ésta fue un
rumor hasta la Segunda Era— llegó, por fin, a destilar un compuesto que
permitía a los necromantes adaptarse paulatinamente a la ceniza volcánica y al
suelo muerto. El ingrediente primordial de ésta, conocido como sanguis nigrum, se extraía del cuerpo de Nergal.
En realidad, decir
“cuerpo”, en este punto, es inexacto. La criatura Nergal, dicen los textos más antiguos
conservados de los necromantes —y que llegaron a Úrim a través de los mercados
negros de Granada—, tenía sustancia en lugar de órganos; en vez de cuerpo o
forma, poseía volumen. Aborto de los Guardianes, Nergal era una masa horrible e
incompleta; acabado a medias, a veces se le podían distinguir, sin orden o
estructura, dientes, ojos, intestinos y cabellos. Esta masa, en constante
cambio y regeneración y oscilando entre lo vivo y lo inanimado, pocas veces fue
descrita igual.
Aunque la
naturaleza de la mayoría de los experimentos en Thánatos era tratar con los muertos, otra de las
grandes preocupaciones de los habitantes de Heracleion era cómo sobrevivir a
los terrenos hostiles que, si bien no los adoptaron, tampoco los repudiaron.
Hasta este punto, parecería sugerirse que los presos, los necromantes y los
enfermos trabajaban, hasta cierto punto, en grupo y en paz, pero si pasó, el
sistema comunal no tardó en colapsar. Los alquimistas y necromantes más hábiles
se hicieron pronto con el control de Heracleion y monopolizaron las pociones
basadas en la sangre de Nergal: quienes no podían pagar los precios
exorbitantes —o tenían la mala suerte de enemistarse con los necromantes
durante el trayecto— estaban condenados a volverse gules, como pasó en los
primeros ciclos de la colonización, o a perecer en las estepas de
Thánatos.
Las pociones necróticas,[7]
como les llamarían los necromantes futuros —y como se conocieron hasta el
redescubrimiento de las Bodas Químicas
en el ciclo 1627 de la Cuarta Era—, permitieron a los necromantes extender su
dominio y cerca del 830 se acercaron a las bases del volcán. Poco después,
entre 835 y 838, habría de fundarse la futura capital del Círculo de los
Necromantes: la ciudad de Thánatos.
El cambio de poder entre las ciudades fue gradual. Al
principio, el solo viaje entre Heracleion y Thánatos suponía una especie de
rito de paso pues, quienes no hubieran podido hacerse de la Sangre de Cuervo
no habrían de llegar hasta la nueva sede. El traslado de la criatura Nergal a
Thánatos, hacia 850, marcó el movimiento definitivo. Heracleion quedó como
puerto de llegada para los prisioneros, como en su primera edad, y Thánatos
albergaba cada vez a una mayor cantidad de necromantes.
Se estima que en
ese mismo ciclo, 850, los necromantes concordaron en crear una especie de poder
mayor, llamado el Círculo, el cual estaría regido por 7 de los más poderosos
magos de la isla. Cada uno de ellos guiaría un experimento particular, tendría
sus adeptos y autonomía en todas y cada una de sus funciones. Las decisiones
que tomara con respecto a su porción de la isla serían responsabilidad
únicamente de ellos. El Círculo se reuniría cada tres ciclos a discutir los
avances en la necromancia. Como se dijo antes, los necromantes venían de casi
todas las razas de Úrim —con excepción de los gigantes— y, por tanto, el
Círculo era un grupo bastante diverso. Entre los defensores de los necromantes,
como un pueblo que pudo haber prosperado de no estar dominado por un afán ciego
de destrucción, se encuentra el historiador granadino de la Tercera Era, Fahrid
ibn Diab, quien argumentaba que, de no ser por la influencia de Nergal y la
repulsión de muchos por la necromancia, Thánatos pudo haberse vuelto la primera
gran capital del mundo Antiguo. Entre los argumentos de ibn Diab destaca que en
ella se encontraron los primeros verdaderos políglotas —debían manejar el orco,
humano y élfico a la perfección, sin contar, en especial, la tolerancia entre
razas— y crearon, entre todos, una lengua nueva, perdida ya, que permitió a la
larga la comunicación en un solo idioma. También verificó, recopiló y
proporcionó los nombres y la mayor cantidad de datos que se tienen sobre aquel
Círculo hasta la fecha, y los cito a continuación:[8]
- Osiris
El Segundo Necromante —y primero en ejercer libremente la necromancia de hecho— fue un favorito de Nut durante la Primera Era y el que trajo la idea de dominar la muerte a la conciencia de los urímacos. En la Segunda Era se argumentó que tal vez él fue el que desencadenó el balance de las escuelas mágicas, pero lo cierto es que desembarcó —dato aportado por el capitán del Djinn, Raif Halal—[9] en Thánatos en 791, junto a un grupo de necromantes que se volverían parte del Círculo. Los necromantes elfos poseían la característica única, y tal vez la única delatora de su pacto con los espíritus y los planos astrales, de poseer la piel oscura; es decir, todos se transformaron en elfos oscuros. Osiris, además, se sabe fue un amigo íntimo del líder elfo Imhotep.
- Set
Seguidor de Osiris desde la separación con los elfos de Iunu-Ra. Poco se sabe de este elfo, salvo que solía ser el ejecutor de los mandatos de Osiris. Se le asoció, pues, con el caos y la enfermedad, aunque el líder de hecho fura el Primero. Se estima que nació poco después de la batalla con Mekános relatada por los elfos y, aparte de su participación en los hechos de Thánatos y la Gran Guerra, no hay mayor registro de él en ninguna otra fuente.
- Fátima Abicarán y el Aquelarre
Originaria de
Granada, es una de las primeras grandes etermantes sobre Úrim. Se sabe que fue
una piromante importante en la corte de los Al-Hayek, aunque pronto se encontró
con Osiris y ésta, conocedora del mito de cómo llegaron los dragones a Úrim,
siguió a los necromantes en 789. Se sabe que mientras caminaron, ésta le
preguntó al necromante sobre el éter, y al no saber darle respuesta, le
garantizó espacio y tiempo para practicar sus artes en la isla de Thánatos.
Parece ser que este fue el móvil final de Fátima al integrarse al Círculo de
los Necromantes. Las criaturas que invocó la hechicera no tuvieron parangón
sino hasta mucho tiempo después.
También
se sabe que Fátima lideró a un grupo de brujas, mujeres humanas menores
a los 21 ciclos al momento de su llegada a Thánatos,[10]
pelirrojas y escapadas casi todas ellas de las cortes de Toledo, Granada y los
pueblos aledaños. Las brujas poseían conocimientos extraordinarios sobre
herbolaria y la reproducción humana —todas ellas fueron criadas como cortesanas
de los sultanes pero lograron hacerse a la mar como amantes de los capitanes o
camufladas con los esclavos. Sus técnicas de seducción, maquillaje y
preparación de pociones y ungüentos les permitieron contactar a los necromantes
a la llegada a Thánatos. Fátima eligió y entrenó personalmente a las brujas en
el arte de la etermancia. Se cree que los espíritus de los tenochcas tuvieron
cierta influencia en Fátima, y que ésta les habló y dio instrucciones a las
jóvenes por medio de los sueños. El Aquelarre tendría un papel determinante en
939, cuando […].[11]
- Rashida al-Jalil
Descendiente
de una familia de comerciantes, Rashida fue vendida como esclava a un par de
piromantes cuando contaba apenas 14 ciclos, es decir, en 780. Los magos la
mantuvieron como esclava sexual durante algunos meses. La joven, lejos de
aceptar su destino, despertó la piromancia que le heredara su madre en 783 y
pudo librarse de sus compradores. Durante varios ciclos vivió como ladrona en
Granada y, tras ser detenida y violada por los guardias reales en 786, fue
enviada a la cárcel de Toledo. Tras un ciclo de prisión, logró escapar en 787 y
se dirigió de nuevo a Granada. Vagó por varios días a las orillas del lago
Mizar, hasta que se topó de frente con el grupo de Set, Osiris y la recién
llegada Fátima. La joven hechicera se unió al grupo y se volvió una necromante
letal tras abandonar la magia que le salvara la vida.
- Ulreth Matharieth
El orco
Ulreth fue descendiente de uno de los grandes berserkers al mando de Alzamag.
Con la caída del Emperador orco hacia 582, los berserkers fueron retirados de
la vanguardia, lo que dejó al Imperio con miles de orcos sin ocupación. El jefe
del clan Matharieth enseñó el arte del berserker a sus descendientes, quienes
lo mantuvieron vivo hasta bien entrada la Tercera Era. Ulreth, nacido en
Insh-Muthar en 689, se trasladó a la capital poco después y aprendió la
electromancia desde muy joven. Cuando los necromantes llegaron a la región de
Utgard en 788, su clan fue llamado a exterminarlos. Sin embargo, una parte de
los Matharieth, entre los que se encontraba Ulreth, decidió ayudarlos a salir
de Shurub’Gul a cambio de que les enseñaran su arte. El orco se ofreció con
escoltarlos hasta la base del monte Thor, desde donde podrían llegar a Lemuria
y ver si los gigantes les proporcionaban algún método de escape. Logró llegar a
Dhabi en 790 luego de que los gigantes le negaran ayuda en 789. Ahí, en el
puerto humano, conoció a Osiris, con quien tuvo un choque y, tras ser derrotado
por el necromante, le juró lealtad
absoluta.
- Xel-Ungor
Uno de los
grandes shamanes del periodo de los Golgoth, Xel-Ungor comienza a dudar de la
capacidad del nuevo Emperador y busca a las Bocas de Morug[12]
para asesinarlo. Sin embargo, los asesinos no aceptan, pues ven con agrado las
decisiones de M’ur Golgoth y Xel-Ungor se emancipa de su tierra y su raza. Vaga
durante varios ciclos, cazando en las planicies de Utgard y localiza al grupo
que guiaba Ulreth en 788. Los sigue de cerca y logra establecer contacto con el
berserker. Se alejan de Utgard a través del bosque Glitnir y siguen su carrera
hacia el este durante varios ciclos más. En el camino se encuentran con el
enano Jørmund Lokesson y juntos llegan hasta Dhabi.
- Jørmund Lokesson
No se sabe
qué fue lo que llevó a Jørmund a formar parte del ejército de los necromantes,
sólo que no adoptó la necromancia y cumplía las órdenes sin la duda más mínima,
fuera cual fuera el mandato. Se sabe, también, que era altamente independiente
y se recuerda en particular su fiereza en el empleo de la geomancia. Algunos
historiadores de la Segunda Era, en especial M’Kor Kethal señalan los
paralelismos entre éste y la del mítico traidor enano Mjødvitner. Poco después,
en la Segunda Era, se sabría que Jørmund descendía del clan perdido al mando de
los bjørn: los guerreros Nordstein. Esto lo volvería uno de los primeros enanos
de dicho clan en ser visto en siglos.
Se
sabe, gracias en parte a él, que éste clan, del que se mencionaron algunas
cosas en el primer capítulo, se desesperó con el paso de los ciclos y con el
bosque que se extendía al infinito. Cuando se dieron cuenta de que no hallarían
una segunda Bael-Ungor —ignorantes del triunfo de Radsvinn y los suyos—, los
Nordstein cavaron cerca del río Tláloc, muy, muy al norte de la ciudad humana
de Midgard. Hacia el fondo cavaron y, al parecer, por lo poco que se recuperó
de Lokesson, lograron establecerse y fundar una colonia.[13]
Tras la fundación
del Círculo de los Necromantes, los pueblos de Heracleion y Thánatos tuvieron
un gran auge, del que se hablará a
continuación.
[1] Aunque ya antes se dijo
que los gigantes se adaptan, Nergal fue la primera evidencia de la ciencia
moderna para determinar que ese cambio o adaptación parecía depender al cien
por ciento de la estabilidad emocional y
mental del jotun. Sin ella, el cuerpo se congela en un estado y le
resulta imposible adaptarse a un nuevo medio. En el caso particular de Nergal,
al parecer, la parte emocional estaba tan dañada que es difícil decir que
“aceptara” la tierra de Thánatos; mi creencia es que la mente entró en un estado
de cierre y sólo encontrar una encarnación tan certera de la muerte —la muerte
como la entendía Nergal, al menos; la muerte total, la devastación de una era,
la separación quirúrgica de una especie del mundo— pudo sacarlo de su sopor,
pues reconoció en ésta el mismo panorama de las tierras calcinadas de
Tenochtitlán.
[2] Se sabe de cierto que Osiris desembarcaría en 791.
[3] Puesto que los
necromantes preferían la experimentación al registro de hechos como tal, la
fecha exacta de fundación de Heracleion no ha quedado clara. Sin embargo, las
estimaciones más recientes creen que el hecho, cuando muy tarde, aconteció
hacia el ciclo 810.
[4] De hecho, la cantidad de cadáveres llegó a ser
tan grande que los mismos necromantes decidieron utilizar los huesos para crear
las edificaciones de Heracleion.
[6] La Piedra Filosofal, para
los alquimistas de todas las Eras, es un compuesto en polvo, rojizo, que domina
la energía vital de las plantas y los animales, permitiéndoles sanar –ingerido–
o germinar –aplicado como abono– casi al instante. Sin embargo, su propiedad
principal era permitir la transmutación del plomo y del mercurio en oro.
[7] Estas pociones están entre las más duraderas jamás creadas. Sus
efectos, entre los que se encuentran prolongar la vida de quienes la bebían,
aumentar las capacidades regenerativas y una mayor resistencia a la intemperie
—que en el caso de Thánatos fue imperante desarrollar— podían persistir por más
de cincuenta ciclos después de la ingestión original, y durante la Segunda Era
pudo reconstruirse la receta que usaron los necromantes. Dicha receta
desapareció durante la cacería de alquimistas durante la Tercera Era y
reapareció hace poco. El ingrediente principal, la sanguis nigrum, ya no existe sobre la faz de Úrim. Aquí está la
receta, como aparece en el tratado Las
Bodas Químicas de la Segunda Era:
Poción
necrótica (Sanguis Nigrum o, más frecuentemente, Sangre de Cuervo por su negrura):
Es vital comenzar
la mezcla a las once y media de la noche, apuntando hacia el Este, el día
previo a la luna llena. Si no se hace así, aunque se siga el resto de las
instrucciones al pie de la letras, no funcionará. Ocho gotas de sanguis
nigrum disueltas en medio litro de agua de mar. Se calienta la mezcla
durante 22 minutos. Se regula la temperatura retirando el recipiente de las
llamas por periodos breves. A los once minutos exactos, se añaden también ocho
gotas de sangre propia. Después de agregar la sangre, es necesario redoblar la
precaución con las llamas. No se permite que hierva o se arruina la sangre. A
los veintidós minutos, gran parte del agua se habrá evaporado, y en el fondo,
si se ha hecho bien hasta ahora, se verá una pequeña perla. Se deja reposar la
mezcla, ya retirada del fuego, durante ocho minutos y justo a la media noche se
extrae la perla con unas pinzas metálicas. Se coloca la perla durante 5 minutos
a la luz de la luna y, al sexto, se coloca en el recipiente final: un frasco
chico de vidrio. Si el proceso se realizó de forma adecuada, la perla se
partirá por la mitad y brotará la Sangre de Cuervo, llenando el recipiente.
Si se coloca
un recipiente mayor, sea por querer extraerle más sangre a la Sangre de la
Criatura, o porque no se dispone de otro en el momento, la Sangre de Cuervo se
evaporará dentro del frasco y se habrá perdido para siempre.
[8] Tomado de: Ibn Diab,
Fahrid, “El Círculo de la Muerte”, capítulo 3 en Los Caminos de la Necromancia, pp. 36-38
[9] Recorto la descripción de
Ibn Diab, pues yo mismo la anexé hace algunas páginas. De Raif Halal se sabe
que, tras descubrir Thánatos, fue encomendado con la tarea de realizar un
segundo viaje de ida y vuelta. Al regresar ileso, Granada decidió comenzar el exilio
de prisioneros del que se habló y Raif fue uno de los barqueros más prolíficos
de este periodo. Murió en el ataque que hundió el Djinn en Solaris de 799.
[10] El autor hace la aclaración de la edad original
de las brujas porque, como se recordará, la poción de Sangre de Cuervo permitía
a los magos vivir casi eternamente. A diferencia de otros métodos descubiertos
en diferentes Eras, quienes bebían la poción de los necromantes no envejecerían
nunca más.
[11]
Recorto la descripción de Ibn Diab pues se hablará a fondo de las invasiones de
939 más adelante.
[12] Se sabía, en voz popular, un poco del gremio orco de asesinos. Era
creencia de la gente que, quien preguntara por ellos podría acabar poco después
sin lengua.