De esas cenizas, fénix nuevo espera;

Mas con tus labios quedn vergonzosos
(que no compiten flores a rubíes)
y pálidos, después, de temerosos.

Y cuando con relámpagos te ríes,
de púrpura, cobardes, si ambiciosos,
marchitan sus blasones carmesíes.


Francisco de Quevedo


jueves, 24 de octubre de 2019

Prólogo - Thelema Blue


Saturno 23, 2809


6:00 am

Este planeta es horrendo, y tendré que vivir seis ciclos, —perdón, seis años— aquí. Hubiera preferido la supergravedad de Júpiter y tener que saltar de ciudad en ciudad… o incluso los mares helados de Hvergelmyr. Pero estos miserables tenían que mandarme a Thelema Blue, un planeta negro, de tierra negra, cielos oscuros y en general, una monocromía absurda. Las formas de vida del planeta son de sílice, pero es estúpido. Con la cantidad de carbono que hay aquí, los thelytes bien podrían ser como nosotros. Ahora que tenerme aquí debe ser un privilegio para todos estos incompetentes. Soy la primera astrobióloga que viene de Úrim a esta pocilga. Ya qué carajos. Sólo espero adaptarme rápido a la gravedad.

7:35 am
Lo que es peor todavía, el planeta está lleno de propulsores. Como tardaba mucho en darle la vuelta a su estrella, decidimos que era muy buena idea llenar el planeta de tubos, cañones, y un montón de basura más para empujarlo y acelerar esta roca negra y podrida a la que bautizamos Thelema Blue. Los ingenieros locales tardaron seis años en que las órbitas de los satélites naturales y del planeta se asemejaran a las de la tierra. Claro que fue un desperdicio de tiempo; planetas como Abenbram E y el santuario Vendigroth funcionan con su calendario propio. Incluso Hvergelmyr, un planeta inhóspito y helado de la región de las estrellas escandinavas, adaptó su ciclo de rotación y traslación a un nuevo estilo de vida. Pero no. Los miserables que llegaron a colonizar este planeta tenían que vivir en la tierra. Yo no sé para que salieron de su casa si sólo se iban a estar quejando de todo. Y de paso, la terraformación casi erradicó a la flora y a la fauna local. Me traen a mí para arreglar sus errores. Me prometieron un paraíso y me trajeron a un deshuesadero.

10:00 am
Estas autotelenotas son útiles. Es probable que les agarre cariño pronto. Según supe, las desarrollaron hace ya unos ciclos en Vieja Tierra; los científicos preferían mandar sus pensamientos a un almacenamiento local (entiéndase, el cerebro), codificarlos en forma de texto y luego descargarlos para trabajar con los pensamientos más útiles. Esta tecnología corrige automáticamente ortografía y sintaxis, y permite separar correctamente oraciones con sólo pensarlas: todos nuestros pensamientos son ahora textos dignos de publicación, y podemos acceder a lo que necesitemos con sólo pensar en algunas palabras clave. Como sea, sirven, y gente más simple como yo nos contentamos con hacer diarios en nuestras mentes. Hoy desayunamos mamut (¿cómo saben a qué sabe?) y la Dra. Isabel Montejano, una granadina mucho más baja que yo, me llevó a conocer mis habitaciones. Nada espectacular. Un huevo blanco como los de los viejos cuentos de Vieja Tierra; en verdad, esperaba algo más creativo, considerando que la Red de Mundos rebasa ya los doscientos cincuenta planetas. Por lo poco que me dijo Isabel, deduzco que varios urímacos llegaron aquí; los colonos nativos de Thelema Blue están segregados y no saben siquiera de nosotros. El agujero de gusano que conecta con Chronos está bajo dominio militar; nadie entra ni sale del planeta sin previa autorización. Al parecer, nuestra investigación será lo suficientemente importante como para requerir una vigilancia perpetua.

5:30 pm

Siempre me ha llamado la atención el hecho de que casi todas las biósferas habitables de la Vía Láctea comparten un sistema horario muy similar al de Vieja Tierra. Algunos dicen que los planetas anómalos poseían rotaciones superiores a las 24 horas, pero que algunos de ellos, sobre todo los terrestres, se frenaron usando turbinas de desaceleración. La traslación siempre es más difícil, y cada mundo lleva su propia cuenta de los ciclos. Thelema Blue sólo tiene seis meses. Las estaciones duran mes y medio, y los locales dicen que son tan parecidas las unas a las otras que sólo hay verano e invierno. Como sea, llevo casi 12 horas con el trasero pegado a este basurero. Uno creería que las instalaciones de investigación de cualquiera de los planetas de la Red estarían mejor alimentadas, pero no. Proteínas en barra. Los fines de semana, como hoy, carne artificial y verduras clonadas. Me voy a desmayar.

6:15 pm

Los atardeceres no están mal. Supongo que en Vieja Tierra y en Úrim son mejores; el sol es una estrella fuerte todavía. A los desgraciados de la Biósfera 264 les tocó una enana roja ya medio muerte. Me dicen también que la terraformación fue difícil, y que muchos temían que sucediera un desastre ambiental como en 238, Novarii. Aquel planeta fue una pérdida total; la inteligencia artificial de la nave se estancó y desarrolló una especie de híbrido entre máquina y planta. Durante algunos ciclos se pensó que Novarii y su estrella, Sirius C, no eran reales; un viejo mito de días más oscuros, de cuando la Planetomaquia devoraba cruceros de batalla y naves seminales por igual. La destrucción de Thelema Blue se evitó, dicen los nativos, gracias a que un tal James R. logró estabilizar la atmósfera artificial lanzándose a las turbinas de enfriamiento del núcleo de inteligencia artificial del terraformador central. Su sangre le proporcionó la información que necesitaba, y las máquinas ajustaron sus valores para sostener la vida humana. A mí me suena a mucha, muchísima mierda, pero oye, es lo que dice la gente, y alguna gracia debe tener este lugar.

Si no puedes tener una ciudad bonita, al menos ten buenas historias.

7:30 pm

Isabel entró al cuarto hace rato, me llevó con la doctora Astrid o’Riley, luego con René Stillwater, el físico del equipo. Le pedí un descanso, pero Isabel insistió en conocerlos a todos, y como sólo faltaban dos miembros más del equipo al que me asignaron, accedí a seguir adelante. Encontramos a Betty Hollowind encerrada en su habitación, platicamos un poco y me dijo que era genetista y que no esperaba que la bióloga fuera un gnomo. Vaya. Yo me presenté una vez más, con la letanía que llevaba recitando toda la hora: Mucho gusto, soy la astrobióloga Sol de la Torre y el Mar, vengo del sistema Solar y estoy muy feliz de estar aquí. Betty me dijo que no tenía que ser tan plana ni tan falsa, y eso me ayudó mucho a relajarme. Al menos, Isabel y ella parecen sinceras.

Oscar ibn-Hasif, el estadista, estaba lejos. Lo habían mandado a las ruinas de Charlot Dell a evaluar los daños. Isabel me aseguró que el lunes todos estarían ahí. Me acompañaron las dos a mi cuarto, platicamos un rato más, y a las siete veinte me dejaron sola.

10:00 pm

Cené poco y en mi recámara. El comedor Delta alberca a casi doscientas personas; los registros de la colonia dicen que este laboratorio, Lapisláluna, está habitado por al menos tres mil individuos, lo que me ha llevado a asumir que hay, al menos, otros catorce comedores. La mayoría de los equipos se dedicarán al estudio de los restos de la flora y la fauna nativas de Thelema Blue; las adaptaciones que la terraformación les obligó a hacer serán útiles para entender mejor el ecosistema primitivo del planeta y hacer proyecciones retrospectivas. Por otro lado, estas mutaciones naturales, que se ajustaron a nosotros, serán consideradas para insertarse en nuestros propios cuerpos. Tengo entendido que Chronos está buscando disminuir el impacto de las terraformaciones en los planetas nuevos, y si podemos insertar los genes vestigiales en nuestro propio ganado, habremos dado un gran paso para apagar las estaciones de terraformación, ahorrarnos un buen tanto en mantenimiento, energía, e importación de gases de otros mundos y asteroides.

            La cuestión será ver si los organismos lo soportan. Casi todos los humanos de Vieja Tierra son parecidos a los de Úrim, pero será preguntarle a la genetista, cuyo nombre ahora no recuerdo, qué tanto podemos insertarlos en nosotros los gnomos, que somos la raza más frágil del universo, gracias, o si será posible que los trolls no rechacen estas mejoras, como otras tantas, debido a su metabolismo fungal. Sea como sea, mi equipo trabajará en un agente regenerativo, una combinación de la sangre de los trolls de Úrim con los radicales genéticos de la población local; yo, en particular, tengo el encargo de hacer simulaciones de formas de vida basadas en los fluorocromos, los compuestos naturales más abundantes de Thelema Blue.

10:50 pm

Debo admitirlo: las noches del planeta son hermosas. El horizonte adquiere un brillo azulado; la superficie del planeta está cubierta de sustancias fluorescentes, que le dan un brillo espectral por la noche, y que salvan, por mucho, los atardeceres mediocres de la enana roja. Se dice que las primeras sondas de exploración mandaron fotografías y la gente de Chronos eligió el nombre del planeta mucho antes de que hubiera siquiera una misión para colonizarlo. Los edificios ovalados del laboratorio Lapisláluna casi se desvanecen con la luz nocturna; me puse a investigar y al parecer, también hay zonas del planeta que brillan con luces verdes y moradas. Desde el espacio, la Estación Local manda fotografías de una esfera polícroma, no muy diferente de las auroras boreales de Vieja Tierra y de todos los planetas con estrellas amarillas. Creo que empiezo a verle, un poco, la gracia al lugar.

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