Saturno 23, 2809
6:00 am
Este planeta es horrendo, y tendré que vivir seis
ciclos, —perdón, seis años— aquí. Hubiera preferido la supergravedad de Júpiter
y tener que saltar de ciudad en ciudad… o incluso los mares helados de
Hvergelmyr. Pero estos miserables tenían que mandarme a Thelema Blue, un
planeta negro, de tierra negra, cielos oscuros y en general, una monocromía
absurda. Las formas de vida del planeta son de sílice, pero es estúpido. Con la
cantidad de carbono que hay aquí, los thelytes bien podrían ser como nosotros.
Ahora que tenerme aquí debe ser un privilegio para todos estos incompetentes. Soy
la primera astrobióloga que viene de Úrim a esta pocilga. Ya qué carajos. Sólo
espero adaptarme rápido a la gravedad.
7:35 am
Lo que es peor todavía, el planeta está lleno de
propulsores. Como tardaba mucho en darle la vuelta a su estrella, decidimos que
era muy buena idea llenar el planeta de tubos, cañones, y un montón de basura
más para empujarlo y acelerar esta roca negra y podrida a la que bautizamos
Thelema Blue. Los ingenieros locales tardaron seis años en que las órbitas de
los satélites naturales y del planeta se asemejaran a las de la tierra. Claro
que fue un desperdicio de tiempo; planetas como Abenbram E y el santuario
Vendigroth funcionan con su calendario propio. Incluso Hvergelmyr, un planeta
inhóspito y helado de la región de las estrellas escandinavas, adaptó su ciclo
de rotación y traslación a un nuevo estilo de vida. Pero no. Los miserables que
llegaron a colonizar este planeta tenían que vivir en la tierra. Yo no sé para
que salieron de su casa si sólo se iban a estar quejando de todo. Y de paso, la
terraformación casi erradicó a la flora y a la fauna local. Me traen a mí para
arreglar sus errores. Me prometieron un paraíso y me trajeron a un
deshuesadero.
10:00 am
Estas autotelenotas son útiles. Es probable que les
agarre cariño pronto. Según supe, las desarrollaron hace ya unos ciclos en
Vieja Tierra; los científicos preferían mandar sus pensamientos a un
almacenamiento local (entiéndase, el cerebro), codificarlos en forma de texto y
luego descargarlos para trabajar con los pensamientos más útiles. Esta
tecnología corrige automáticamente ortografía y sintaxis, y permite separar
correctamente oraciones con sólo pensarlas: todos nuestros pensamientos son
ahora textos dignos de publicación, y podemos acceder a lo que necesitemos con
sólo pensar en algunas palabras clave. Como sea, sirven, y gente más simple
como yo nos contentamos con hacer diarios en nuestras mentes. Hoy desayunamos
mamut (¿cómo saben a qué sabe?) y la Dra. Isabel Montejano, una granadina mucho
más baja que yo, me llevó a conocer mis habitaciones. Nada espectacular. Un huevo
blanco como los de los viejos cuentos de Vieja Tierra; en verdad, esperaba algo
más creativo, considerando que la Red de Mundos rebasa ya los doscientos
cincuenta planetas. Por lo poco que me dijo Isabel, deduzco que varios urímacos
llegaron aquí; los colonos nativos de Thelema Blue están segregados y no saben
siquiera de nosotros. El agujero de gusano que conecta con Chronos está bajo
dominio militar; nadie entra ni sale del planeta sin previa autorización. Al
parecer, nuestra investigación será lo suficientemente importante como para requerir
una vigilancia perpetua.
5:30 pm
Siempre me ha llamado la atención el hecho de que casi
todas las biósferas habitables de la Vía Láctea comparten un sistema horario
muy similar al de Vieja Tierra. Algunos dicen que los planetas anómalos poseían
rotaciones superiores a las 24 horas, pero que algunos de ellos, sobre todo los
terrestres, se frenaron usando turbinas de desaceleración. La traslación
siempre es más difícil, y cada mundo lleva su propia cuenta de los ciclos.
Thelema Blue sólo tiene seis meses. Las estaciones duran mes y medio, y los
locales dicen que son tan parecidas las unas a las otras que sólo hay verano e
invierno. Como sea, llevo casi 12 horas con el trasero pegado a este basurero.
Uno creería que las instalaciones de investigación de cualquiera de los
planetas de la Red estarían mejor alimentadas, pero no. Proteínas en barra. Los
fines de semana, como hoy, carne artificial y verduras clonadas. Me voy a
desmayar.
6:15 pm
Los atardeceres no están mal. Supongo que en Vieja
Tierra y en Úrim son mejores; el sol es una estrella fuerte todavía. A los
desgraciados de la Biósfera 264 les tocó una enana roja ya medio muerte. Me
dicen también que la terraformación fue difícil, y que muchos temían que sucediera
un desastre ambiental como en 238, Novarii. Aquel planeta fue una pérdida
total; la inteligencia artificial de la nave se estancó y desarrolló una
especie de híbrido entre máquina y planta. Durante algunos ciclos se pensó que
Novarii y su estrella, Sirius C, no eran reales; un viejo mito de días más
oscuros, de cuando la Planetomaquia devoraba cruceros de batalla y naves
seminales por igual. La destrucción de Thelema Blue se evitó, dicen los
nativos, gracias a que un tal James R. logró estabilizar la atmósfera
artificial lanzándose a las turbinas de enfriamiento del núcleo de inteligencia
artificial del terraformador central. Su sangre le proporcionó la información
que necesitaba, y las máquinas ajustaron sus valores para sostener la vida
humana. A mí me suena a mucha, muchísima mierda, pero oye, es lo que dice la
gente, y alguna gracia debe tener este lugar.
Si no puedes tener una ciudad
bonita, al menos ten buenas historias.
7:30 pm
Isabel entró al cuarto hace rato, me llevó con la
doctora Astrid o’Riley, luego con René Stillwater, el físico del equipo. Le
pedí un descanso, pero Isabel insistió en conocerlos a todos, y como sólo
faltaban dos miembros más del equipo al que me asignaron, accedí a seguir
adelante. Encontramos a Betty Hollowind encerrada en su habitación, platicamos
un poco y me dijo que era genetista y que no esperaba que la bióloga fuera un
gnomo. Vaya. Yo me presenté una vez más, con la letanía que llevaba recitando
toda la hora: Mucho gusto, soy la astrobióloga Sol de la Torre y el Mar, vengo
del sistema Solar y estoy muy feliz de estar aquí. Betty me dijo que no tenía
que ser tan plana ni tan falsa, y eso me ayudó mucho a relajarme. Al menos,
Isabel y ella parecen sinceras.
Oscar ibn-Hasif, el estadista,
estaba lejos. Lo habían mandado a las ruinas de Charlot Dell a evaluar los
daños. Isabel me aseguró que el lunes todos estarían ahí. Me acompañaron las
dos a mi cuarto, platicamos un rato más, y a las siete veinte me dejaron sola.
10:00 pm
Cené poco y en mi recámara. El comedor Delta alberca
a casi doscientas personas; los registros de la colonia dicen que este
laboratorio, Lapisláluna, está habitado por al menos tres mil individuos, lo
que me ha llevado a asumir que hay, al menos, otros catorce comedores. La
mayoría de los equipos se dedicarán al estudio de los restos de la flora y la
fauna nativas de Thelema Blue; las adaptaciones que la terraformación les
obligó a hacer serán útiles para entender mejor el ecosistema primitivo del
planeta y hacer proyecciones retrospectivas. Por otro lado, estas mutaciones
naturales, que se ajustaron a nosotros, serán consideradas para insertarse en
nuestros propios cuerpos. Tengo entendido que Chronos está buscando disminuir
el impacto de las terraformaciones en los planetas nuevos, y si podemos
insertar los genes vestigiales en nuestro propio ganado, habremos dado un gran
paso para apagar las estaciones de terraformación, ahorrarnos un buen tanto en
mantenimiento, energía, e importación de gases de otros mundos y asteroides.
La
cuestión será ver si los organismos lo soportan. Casi todos los humanos de
Vieja Tierra son parecidos a los de Úrim, pero será preguntarle a la genetista,
cuyo nombre ahora no recuerdo, qué tanto podemos insertarlos en nosotros los
gnomos, que somos la raza más frágil del universo, gracias, o si será posible
que los trolls no rechacen estas mejoras, como otras tantas, debido a su
metabolismo fungal. Sea como sea, mi equipo trabajará en un agente
regenerativo, una combinación de la sangre de los trolls de Úrim con los radicales
genéticos de la población local; yo, en particular, tengo el encargo de hacer
simulaciones de formas de vida basadas en los fluorocromos, los compuestos
naturales más abundantes de Thelema Blue.
10:50 pm
Debo admitirlo: las noches del planeta son hermosas.
El horizonte adquiere un brillo azulado; la superficie del planeta está
cubierta de sustancias fluorescentes, que le dan un brillo espectral por la
noche, y que salvan, por mucho, los atardeceres mediocres de la enana roja. Se
dice que las primeras sondas de exploración mandaron fotografías y la gente de
Chronos eligió el nombre del planeta mucho antes de que hubiera siquiera una
misión para colonizarlo. Los edificios ovalados del laboratorio Lapisláluna
casi se desvanecen con la luz nocturna; me puse a investigar y al parecer,
también hay zonas del planeta que brillan con luces verdes y moradas. Desde el
espacio, la Estación Local manda fotografías de una esfera polícroma, no muy
diferente de las auroras boreales de Vieja Tierra y de todos los planetas con
estrellas amarillas. Creo que empiezo a verle, un poco, la gracia al lugar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario