De esas cenizas, fénix nuevo espera;

Mas con tus labios quedn vergonzosos
(que no compiten flores a rubíes)
y pálidos, después, de temerosos.

Y cuando con relámpagos te ríes,
de púrpura, cobardes, si ambiciosos,
marchitan sus blasones carmesíes.


Francisco de Quevedo


miércoles, 8 de julio de 2009

Sólo vivmos en tus pinturas

¡Oh, con flores escribes
Autor de la Vida!
¡Oh, con cantos das color
a quienes van a vivir en la tierra!
Así será despedazado
lo que es del Águila,
lo que es del Jaguar.
¡Sólo en tus pinturas
vivimos, aquí en la tierra! Así vas a dibujar
la fraternidad, la cofradía de amistad,
¡ah, y la asamblea de los señores!
¡Das color
a quienes van a vivir en la tierra!
Así será despedazado
lo que es del Águila
lo que es del Jaguar.
¡Sólo en tus pinturas
vivimos, aquí en la tierra! Sobre un petate de plumas de quetzal,
en un cofre de jades preciosos,
¡ya pueden ir a esconderse
los Señores!
Así estamos hechos,
somos mortales.
¡Nosotros los hombres,
cuatro por cuatro,
todos nos iremos,
todos moriremos
en la tierra! Tan sólo entiendo su secreto,
lo que trae en el cofre.
Ah, señores!
Así estamos hechos,
somos mortales.
¡Nosotros los hombres,
cuatro por cuatro,
todos nos iremos,
todos moriremos
en la tierra! Nadie se volverá jade precioso,
nadie se volverá oro
¡algo de guardarse en la tierra!
Todos nos iremos
allá, del mismo modo.
Nadie va a quedarse,
tan sólo todos desaparecerán,
nos iremos del mismo modo
a Su morada. Tan sólo como una pintura
nos iremos borrando.
Tan sólo como una flor
nos iremos marchitando,
en la tierra.
Como adorno de plumas de quetzal,
de zacuán dorado,
de pájaro turquesa,
nos iremos borrando.
Nos iremos a Su morada. Ya ha llegado hasta aquí,
ya se amontona la piedad
para quien vive con ella.
¡No lloren en vano,
Águilas y Jaguares!
¡Aquí tan sólo desapareceremos;
nadie va a quedarse!

¡Imagínenlo ustedes, los Señores
Águilas y Jaguares!
Aunque fueran jades preciosos,
aunque fueran de oro,
también habrían de irse allá,
allá lejos, donde están los descarnados.
¡Tan sólo desapareceremos;
nadie va a quedarse!

Los últimos días del sitio de Tenochtitlán

Traducción de Ángel Ma. Garibay

Y todo esto pasó con nosotros.
Nosotros lo vimos.
Nosotros lo admiramos.
Con esta lamentosa y triste suerte
Nos vimos angustiados.
En los caminos yacen dardos rotos,
Los cabellos están esparcidos,
Destechadas están las casas,
Enrojecidos tienen sus muros.

Gusanos pululan por calles y plazas,
Y en las paredes están salpicados los sesos.
Rojas están las aguas, están como teñidas,
Y cuando las bebimos,
Es como si bebiéramos agua de salitre

Golpeábamos, en tanto, los muros de adobe,
Y era nuestra herencia una red de agujeros.
Con los escudos fue su resguardo,
Pero ni con escudos puede ser sostenida su soledad.
Hemos comido palos de colorín,
Hemos masticado grama salitrosa,
Piedras de adobe, lagartijas,
Ratones, tierra en polvo, gusanos...

Se nos puso precio,
Precio del joven, del sacerdote,
Del niño y de la doncella.
Basta: de un pobre era el precio
Sólo dos puñados de maíz,
Sólo diez tortas de mosco;
Sólo era nuestro precio
Veinte tortas de grama salitrosa.
Oro, jade, mantas ricas,
Plumajes de quetzal,
Todo eso que es precioso,
En nada fue estimado..."