De esas cenizas, fénix nuevo espera;

Mas con tus labios quedn vergonzosos
(que no compiten flores a rubíes)
y pálidos, después, de temerosos.

Y cuando con relámpagos te ríes,
de púrpura, cobardes, si ambiciosos,
marchitan sus blasones carmesíes.


Francisco de Quevedo


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miércoles, 8 de octubre de 2014

Los días más lentos - X



En espiral de mí, en una idea
que crece y crece de sí misma;
en un camino igual pero más grande
que lleva siempre al mismo sitio;
en una ciudad de muros, lama y rocas grises;

En una vida de no ver más allá del suelo
a tres veces de lo mismo, lo mismo,  lo mismo a cada paso;
a cada caer de hojas;
a cada mirada en silencio;
a cada batir de alas, cada perro, cada silla,
a cada hablar de ti;
a cada morirme al hablar de ti;
a estos veintitantos años de no saber qué soy yo;
de amar las estrellas y no saber para qué,
de no saber, sordo y ciego,
de qué sirve tanta tormenta y tanto desespero.

En este asedio constante de mí;
en esta mucha conciencia que me dobla las manos
y sube en humo oscuro a mis ojos;
en esta muerte que pasa por encima
una y otra vez.
Una y otra vez.
Y este grito de miedo.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Vivo en conversación con los difuntos...

Vivo en conversación de los difuntos // y escucho con mis ojos a los muertos son dos de los versos más hermosos que se refieren a la concepción del acto de la lectura. Y, pues, lo hacemos, he decidido renombrar así el blog, porque, como dice Quevedo (y vemos aquí cuán pronto nos remitimos, de manera inconsciente, tal vez, a un diálogo, una reinterpretación de lo escrito hace cientos de años) al sueño de la vida hablan despiertos; sílabas once que se han a lo largo de los siglos perpetuado.
Esto son los libros: criptas que mantienen inalteradas -reinterpretables, malentendidas, sí, pero intactas- las ideas de los ancestros de nuestras generaciones; los mejores monumentos para sus ideas y, aunque no poseen, en millones de casos, la pompa de Versalles, la grandeza de una Babilonia, con todo y sus jardines o la fama de una infausta Babel -más bendición que anatema, si bien se mira, pues con ella llegó la polifonía y con ella, parte de la sinfonía que es el ser humano- son el mejor obsequio que nos pueden dejar a los vivos.
Vivo en conversación con los difuntos no es -o sí, como quiera verse- sólo un verso: es un tatuajeque Quevedo traza en la piel del tiempo, un destello de la sabiduría del pasado que resuena hasta el presente y nos invita no sólo a conocerlo a él, sino a todos quienes han tomado el punzón y han grabado su nombre en la espalda de los titanes, quienes si no siempre entendidos, siempre abiertos, detienen su paso por el Cosmos a instruir a quien lo pide. Y si ora nosotros podemos no entender, ellos se muestran dispuestos a repetirnos; ora, cuando se muestran en desacuerdo, están abiertos a continuar el diálogo, con lo que o enmiendan, o fecundan mis asuntos; asuntos que no se limitan al plano de la lecto-escritura (como se le quiere llamar; la verdad, qué nombre tan espantoso) sino que extienden su conocimiento a cualquiera, de la vida, plano, pues al sueño de la vida hablan despiertos. ¿Quién mejor, en verdad, para guiarnos a través de los sueños que los que duermen ya? Y pues es posible, ellos resultan ser el punto común, el viente por ciento, el elquilibrio entre lo que duerme y lo que está por dormir. Nos hablan del sueño con el lenguaje del sueño: la metáfora.

Escuchar con los ojos a los muertos nos deja la "tarea" -misión, encargo si se quiere- de conservar, interpretar y re-crear su legado, para que nosotros sigamos hablando, conversando con los difuntos y, más importante aún, con los vivos de nuestro tiempo. Después de todo, nosotros seremos los nuevos muertos.

miércoles, 21 de julio de 2010

Métrica española - Más sobre el soneto

En una entrada anterior cubrí los aspectos técnicos concernientes a la métrica del soneto clásico. En esta ocasión, trataré la estructura interna; el juego. Ya apunté, también, que durante el Barroco el soneto fue una de las formas principales de la poesía, y que dentro de ésta brotaron corrientes complementarias, llámense Conceptismo y Culteranismo. La "jaula" que representa la métrica estricta de los sonetos dio paso a procesos de adaptación muy interesantes. Por una parte, el hipérbaton, una de las principales vías por las que fluye el verso dentro de los sonetos, es la alteración del orden sintáctico tradicional; el cambio de orden en las oraciones. Tenemos un ejemplo de la Fábula de Polifemo y Galatea de Góngora:

¡Tal la música es de Polifemo! - Como podemos ver dentro de este verso, el orden del sujeto y del verbo se ve alterado. En la forma común, tendríamos: Tal es la música de Polifemo. Por supuesto, el hipérbaton puede complicarse más, incluso a través de estrofas enteras. Pongo ejemplo con unos versos míos, que dicen:
[...] Se han, tras tanto llorar, a cruenta caza, // dóciles estas manos entregado [...] Aquí vemos cómo el hipérbaton pasa a ampliarse de un sólo verso a dos; esto es posible gracias al encabalgamiento, que trataré más adelante. Como es evidente, hay exceso de comas. Aunque no es regla, es bastante común que éstas marquen el punto donde se está flexionando la estructura.

Un hipérbaton más complejo lo tenemos en la anteriormente citada obra gongorina.

[...] No la Trinacria en sus montañas, fiera, // armó de crueldad, calzó de viento, // que redima feroz, salve ligera,// su piel manchada de colores ciento[...] Como hemos visto, el hipérbaton sirve ora para darle una nueva estética al verso, ora como método ingenioso de adaptar la métrica a la palabra y no la palabra a la metrica. Una característica particular de las ideas sometidas a este proceso de reacomodo es que es muy difícil, a veces imposible, reconstruir una "oración original." Por mi experiencia, puedo decir que lo que se retuerce es la idea; es decir, no existe tal "oración primgenia" (aparte, queda muy sintético -veamos esto como "falso" y no "reducido"- al momento de querer quebrantarlo; se nota que una oración fue fragmentada y resurcida), sino una idea principal, y es ésta la que sí se puede reestructurar deshaciendo el hipérbaton.

El encabalgamiento, si nos ponemos estrictos, tiene tres subcategorías, dependiendo de qué parte de la oración, qué grupo sintáctico es el que ligue al siguiente. Sin embargo, por pragmática, utilizaré sólo la idea principal, que es continuar lo que se dice en un verso en el siguiente, suprimiendo la pausa versal. Es fácil, en general, distinguirlo, pues las comas son las que nos indican la presencia o ausencia del mismo.

Veamos el cierre de dos sonetos de Quevedo, Amor constante y A Roma, dos de mis favoritos.
Sin encabalgamiento, Amor constante...
[...] Su cuerpo dejará, no su cuidado; // serán ceniza, mas tendrá sentido; // polvo serán, mas polvo enamorado. /// Aquí se aprecia el signo de puntuación que divide cada verso. Estos carecen de encabalgamiento y se respetan los puntos marcados. Tiene una pausa perfecta, que es cuando concuerda una pausa "ortográfica" con una versal.
En el otro, A Roma, existen dos encabalgamientos finales; para efecto, quito las pausas versales, pues eso es lo que hace, por sí misma, esta forma:
¡Oh Roma! En tu grandeza, en tu hermosura huyó lo que era firme, y solamente lo fugitivo permanece y dura.

Dentro de un soneto, además de la reeestructuración, existen otros mecanismos. Existe un "esqueleto" dentro del poema que lo divide en cuatro partes: planteamiento, desarrollo, pie y cierre.
El planteamiento, como indica su nombre, es donde el poeta establece la idea principal. Tomaré un soneto de Quevedo, Compara con el Etna las propiedades de su amor, para ejemplificar.
Ostentas, de prodigios coronado, // sepulcro fulminante, monte aleve, // las hazañas del fuego y de la nieve,// y el incendio en los hielos hospedado.
Aquí vemos cuál es la idea central: Describir el volcán que le da título al poema. La antítesis aparece múltiples veces dentro de la poesía barroca; el "grillos de nieve, plumas de hielo" gongorino remite parcialmente, pues aunque los términos, por sí mismos, no son contrarios, sí lo son semánticamente. Vemos que un "grillo" (en nuestros días, grillete) de nieve resultaría extremadamente ligero; "plumas de hielo" se vuelven, asimismo, muy pesadas.

El desarrollo, de igual modo, remitiéndome a su nombre, continúa la idea anterior. En el caso presente tenemos:
Arde el hibierno en llamas erizado,// y el fuego lluvias y granizos bebe;// truena, si gimes; si respiras, llueve en cenizas tu cuerpo derramado.

El pie es un puente entre lo que se dice en los cuartetos y lo que se dirá al final. A veces puede ser un resumen de lo que ya se dijo o una prolongación del mismo. La función, sin embargo, es ésa: preparar al lector para lo que se revelará en el final; puede ser, también, entonces, un cambio de voz o tono. En este caso, sucede esto último:
Si yo no fuera a tanto mal nacido,// no tuvieras, ¡Oh Etna!, semejante: //fueras hermoso monstro sin segundo.

El cierre del soneto es donde se resume, contradice o cambia lo que se venía diciendo durante las tras partes anteriores. Cualquiera que sea el caso, esta es una de las partes más fuertes de los sonetos: es común que el verso final posea una fuerza extraordinaria. Tenemos, por citar algunos, el Polvo serán, mas polvo enamorado; ninfas que habitan dentro de dos ríos,;presentes sucesiones de difunto; en el caso de Lope de Vega, esto es amor, quien lo probó, lo sabe o para lo mismo responder mañana; Góngora: En Géminis vosotras, yo en Acuario... y, en el caso que nos incumbe:
Mas como en alta nieve ardo encendido,// soy Encélado vivo y Etna amante,// y ardiente imitación de tí en el mundo.

En otra entrada trataré algunas figuras de la poesía barroca. Por hoy, es todo.

sábado, 19 de junio de 2010

Un poco de conceptismo, un poco de culteranismo

El conceptismo es una corriente que, aunque no nace durante el Barroco, es en éste que surge su máximo representante en lengua española: Francisco de Quevedo. Más que hablar del autor, quisiera enfocarme a la corriente. Son varios puntos los que maneja, pero todos coinciden en explotar el lenguaje, en forzar su definición, las relaciones semánticas y la forma de relacionarse de cada palabra. No podemos decir que sea lo "contrario" al culteranismo, representado en Góngora; sería más cercano a la verdad decir que uno es veta alterna del otro; son más bien "complementos" que "contrapartes".

Por una parte, el conceptismo tiende a lo breve, a sintetizar en una palabra dos o tres interpretaciones (podemos ver un ejemplo en "érase una nariz sayón y escriba" de la famosísima sátira quevedesca, en donde sayón y escriba remiten ambas a la forma encorvada, por una parte, además de ser el sayón prenda judía, de lo que se acusaba a Góngora) por lo que, aunque podemos comprender el significado literal de cada término, no podemos quedarnos sólo con la primera lectura que tengamos de la obra. Existe, pues, en el conceptismo, una recarga de fondo. Tenemos como ejemplo el cierre del soneto A roma, sepultada en sus ruinas, que dice:
¡Oh Roma! En tu grandeza, en tu hermosura / huyó lo que era firme y solamente / lo fugitivo permanece y dura.
Aquí vemos que la grandeza y hermosura no sólo remiten a la obvia grandeza de Roma como ciudad, sino que puede, además, agregarse la cultural (que en ese entonces no se conocía del todo a los griegos) arquitectónica, urbanística y legendaria fama. El verso siguiente, lo que era firme, hace alusión a la fortaleza del imperio, a las estructuras, al renombre como nación que se construye en un cuarteto anterior. El polvo, el recuerdo (fugitivos ambos, si bien se mira) es lo que nos queda de todo lo que fue el Imperio Romano.


El culteranismo es la forma "culta" -válgale el nombre- de la poesía barroca. La recarga aquí se da en la forma (podemos ver el Era del año la estación florida / en que el mentido robador de Europa... de la Soledad primera de don Luis) más que en la contraparte de fondo del conceptismo. Como contraparte vale analizarlo momentáneamente; lo que se quiere decir queda relegado a la forma de decirlo; se evita hacer una referencia directa a lo que quiere decirse, recargándose en las propiedades de lo evadido para lograrlo. Además, debemos tener en cuenta que el culteranismo se engalana con la mitología. Así, los versos previamente citados evaden la palabra Zeus y toda la estrofa remite simplemente a primavera; metáforas muy hermosas son también resultado de esto: En campos de zafiro pace estrellas; que a la precisa fuga, al presto vuelo, grillos de nieve fue, plumas de hielo. La primera es parte de la estrofa inicial de la Soledad; de Fábula de Polifemo y Galatea la segunda. Ambos son las obras cumbres del culteranismo español.

miércoles, 14 de abril de 2010

Represéntase la brevedad de lo que se vive y cuán nada parece lo que se vivió

Dejo otro soneto de Quevedo; agrego el link del audio que, aunque defectuoso, más por la calidad del archivo mismo que por la de la declamación, me parece aceptable. El anélisis que hago es medio semántico, medio retórico y medio mediocre: Sólo pretendo dibujar una línea más clara de por dónde entiendo yo el poema, no forzar una interpretación.

¡Ah de la vida! ¿Nadie me responde?
¡Aquí de los antaños que he vivido!
La Fortuna mis tiempos ha mordido;
las Horas mi locura las esconde.

¡Que sin poder saber cómo ni adónde,
la salud y la edad se hayan huído!
Falta la vida, asiste lo vivido,
y no hay calamidad que no me ronde.

Ayer se fue; mañana no ha llegado;
hoy se está yendo sin parar un punto;
soy un fue, y un será y un es cansado.

En el hoy y mañana y ayer, junto
pañales y mortaja, y he quedado
presentes sucesiones de difunto.

Fortuna y Horas se entienden, de igual manera como Destino y Tiempo; el destino se come el tiempo, y éste, a su vez, es velado por la demencia. Los dos primeros versos son igual de claros: nos plantean la desolación de alguien a quien la vida no le dice nada. A partir de este punto, Quevedo se enfoca en reiterar el planteamiento original en el segundo cuarteto. En el primer terceto vemos un cambio: pasa de plantear una situación a trazar las primeras líneas del cierre: Todo el tiempo es nada; y nada es todo el tiempo.
El cierre es sólo la consecuencia de que la vida termine en un instante: no logramos madurar, pues la muerte nos reclama antes, juntando pañales y mortaja en presentes sucesiones del difunto. "Pañales" y "mortaja" son dos palabras antitéticas por sí mismas: el pañal es el que envuelve al recién nacido mientras que, la mortaja, aunque también cubre materia, es el cadáver lo que encierra.

Amor constante más allá de la muerte

Uno de los más conocidos sonetos de Quevedo. Se desarrolla la idea de la trascendencia; el sobrevivir de la conciencia, el alma y los sentidos. Se hace alsuión al Leteo en el segundo cuarteto. La "ley severa" será la muerte. Los tercetos pueden bien leerse de corrido, bien leyendo 1-1,2-2,3-3: "Alma, a quien todo un dios prisión ha sido, su cuerpo dejará, no su cuidado; venas que humor a tanto fuego han dado serán ceniza, mas tendrá sentido; médulas que han gloriosamente ardido serán polvo, mas polvo enamorado."

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día;
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;

mas no, de esotra parte, en la rivera
dejará su memoria en donde ardía:
Nadar sabe mi llama la agua fría
y perder el respeto a ley severa.

Alma, a quien todo un dios prisión ha sido;
venas, que humor a tanto fuego han dado;
médulas que han gloriosamente ardido

su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.

martes, 13 de abril de 2010

A Roma, sepultada en sus ruinas

Haré un pequeño recorrido a través del poema; no es, evidentemente, la única interpretación y mucho menos pretendo que sea un análisis: es sólo como veo yo lo que se expresa.

Buscas en Roma a Roma , ¡oh peregrino!
y en Roma misma a Roma no la hallas;
cadáver son las que ostentó murallas
y tumba de sí propio el Aventino.

Yace donde reinaba el Palatino;
y limadas del tiempo, las medallas
más se muestran destrozo a las batallas
de las edades que blasón latino.

Sólo el Tibre quedó, cuya corriente,
si ciudad la regó, ya sepultura,
la llora con funesto son doliente.

¡Oh Roma! En tu grandeza, en tu hermosura
huyó lo que era firme, y solamente
lo fugitivo permanece y dura.

El primer verso hace un juego de palabras: Buscas a la ciudad de Roma en el territorio que antaño ocupara el Imperio, pero en éste no logras encontrarla. En sí misma, en su propio territorio es donde puedes encontrar a Roma, pero no en el esplendor que esperas.

domingo, 11 de abril de 2010

Soneto - Mientras por competir con tu cabello

Mientras por competir con tu cabello,
oro bruñido, el sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio bello;

mientras a cada labio, por cogello,
siguen más ojos que al clavel temprano;
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello:

goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,

no sólo en plata o vïola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

Canción amorosa- Besando mis prisiones

Besando mis prisiones
-de alegre soledad dulces despojos-
te escribo estos renglones,
Amarillis, al tiempo que mis ojos,
para mayor trofeo,
matan la sed con llanto a mi deseo.

Escucha mi tormento
si quieres estimar tu alegre estado;
si no es que tu contento
temes que le entristezca mi cuidado,
pues con mis males puedo
a la misma ventura poner miedo.

Oye mis soledades
-que aún de la soledad me siento solo-
y las muchas verdades
que ha llorado conmigo el santo Apolo
de aquella misma suerte,
que el juez escucha al que condena a muerte.

Mas, aunque condenado
a infierno de rigor, señora mía,
en este despoblado,
donde ni alumbra el sol, ni sale el día,
jamás, con tanta pena,
te maldigo por juez que me condena.

Es agravio notable
que, siendo tu la parte, me condenes
a muerte miserable,
aunque por bien perdidos doy mis bienes,
pues al Amor le plugo,
siendo mi juez, que fueses mi verdugo.

Y, pues te son debidos,
como a ministro hermoso de mi muerte,
recibe mis vestidos
que, para más dolor, quiso mi suerte,
que, a mi verdugo fiero,
en pago de matarme haga heredero.

Y, como aquel que expira,
vecina la mortaja y sepultura,
tristes visiones mira
en mi muerte. Así ordena tu hermosura
que vea tu enojo eterno
en vez de las visiones del infierno.

Sólo estoy temeroso
de que no he de morir eternamente
hasta que sea dichoso,
pues, mientras mi dolor esté presente,
porque en tristeza viva,
eterno me ha de hacer Fortuna esquiva.

Soneto amoroso definiendo el amor

Es hielo abrazador, es fuego helado;
es herida que duele y no se siente;
es un soñado bien, un mal presente;
es un breve descanso muy cansado;

es un descuido que nos da cuidado;
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado;

es una libertad encarcelada
que dura hasta el postrero parasismo;
enfermedad que crece si es curada;

éste es el niño Amor; éste es su abismo.
¡Mirad cual amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!

miércoles, 17 de junio de 2009

Exageración del afecto amoroso

Uno de mis favoritos; personalmente prefiero invertir algunos versos de los tercetos, pero es cuestión de gustos...

En los claustros del alma la herida
yace callada, mas consume hambrienta
la vida que en mis venas alimenta
llama por las médulas extendida.

Bebe el ardor hidrópica mi vida,
que ya ceniza amante y macilenta,
cadáver del incendio hermoso, ostenta
su luz en humo y noche fallecida.

La gente esquivo y me es horror el día;
dilato en largas voces negro llanto
que a sordo mar mi ardiente pena envía.

A los suspiros di la voz del canto;
la confusión inunda l'alma mía:
mi corazón es reino del Espanto...

martes, 2 de junio de 2009

Vida sin pensar y con padecer


Otro de mis sonetos favoritos del español Quevedo. Se nota la desesperación, el terror a no ser, haber sido ni llegar a ser nada.


¡Fue sueño ayer; mañana será tierra!
!Poco antes, nada; poco después, humo!
Y destino ambiciones, y presumo
apenas punto al cerco que me cierra.

Breve combate de importuna guerra:
En mi defensa soy peligro sumo
y, mientras con mis armas me consumo,
menos me hospeda el cuerpo que me entierra.

Ya no es ayer; mañana no ha llegado;
hoy pasa, y es, y fue con movimiento
que a la muerte me lleva despeñado.

Azadas son la hora y el momento
que, a jornal de mi pena y mi cuidado,
cavan en mi vivir mi monumento.