Sucede que nos cansamos,
que siempre habrá que dar un paso más,
que siempre buscamos ir hacia arriba,
como una llama sin fin y sin sustento.
Sucede que, a veces,
no sale la sonrisa sino como un recuerdo amargo,
como si quisiéramos ponerle un velo al llanto.
Sucede que, a veces, leemos mal una letra
y leemos mar en vez de amar
y no sabemos si somos olas o no,
si toda la furia de las olas
hace eco y se toca con otras olas,
si crece o no la marea,
y nos crece el amor como una duda
y acabamos por susurrar aquel nombre secreto
que maldice cada uno, cada noche, a solas.