De esas cenizas, fénix nuevo espera;

Mas con tus labios quedn vergonzosos
(que no compiten flores a rubíes)
y pálidos, después, de temerosos.

Y cuando con relámpagos te ríes,
de púrpura, cobardes, si ambiciosos,
marchitan sus blasones carmesíes.


Francisco de Quevedo


martes, 10 de junio de 2014

Nocturno Eterno

Dejo un poema de Xavier Villaurrutia porque este chavo fue la onda.

Nocturno Eterno

Cuando los hombres alzan los hombros y pasan
o cuando dejan caer sus nombres
hasta que la sombra se asombra

cuando un polvo más fino aún que el humo
se adhiere a los cristales de la voz
y a la piel de los rostros y las cosas

cuando los ojos cierran sus ventanas
al rayo del sol pródigo y prefieren
la ceguera al perdón y el silencio al sollozo

cuando la vida o lo que así llamamos inútilmente
y que no llega sino con un nombre innombrable
se desnuda para saltar al lecho
y ahogarse en el alcohol o quemarse en la nieve

cuando la vi cuando la vid cuando la vida
quiere entregarse cobardemente y a oscuras
sin decirnos siquiera el precio de su nombre

cuando en la soledad de un cielo muerto
brillan unas estrellas olvidadas
y es tan grande el silencio del silencio
que de pronto quisiéramos que hablara

o cuando de una boca que no existe
sale un grito inaudito
que nos echa a la cara su luz viva
y se apaga y nos deja una ciega sordera

o cuando todo ha muerto
tan dura y lentamente que da miedo
alzar la voz y preguntar "quién vive"

dudo si responder
a la muda pregunta con un grito
por temor de saber que ya no existo

porque acaso la voz tampoco vive
sino como un recuerdo en la garganta
y no es la noche sino la ceguera
lo que llena de sombra nuestros ojos

y porque acaso el grito es la presencia
de una palabra antigua
opaca y muda que de pronto grita

porque vida silencio piel y boca
y soledad recuerdo cielo y humo
nada son sino sombras de palabras
que nos salen al paso de la noche

domingo, 8 de junio de 2014

Necesito ayuda con el título de este



Aquí pongo otro de mis cuentos. Este se llamaba originalmente "Reflejos", luego "invierno" y luego "lluva de estrellas." Ninguno de los títulos me gusta.


Pasaríamos juntos el Leteo, ¿lo recuerdas? Juntos, como cuando buscábamos una estrella, la nuestra, al ponerse el sol. —El anciano se sostuvo del respaldo para tomar asiento. Sus ojos negros, llovidos por la edad, se alzaron a la altura de otros ojos. — Me haces tanta falta. ¿Te acuerdas de ese día, cuando me declaré? Caminábamos en este parque, que ha dejado de ser nuestro. Mirábamos a  las palomas, a quien pasara riendo. Había otros que pasaban pensando en sus cosas, casi corriendo, a nuestro lado. Te veías tan hermosa. Tal vez era el sol, pero siempre pensé que habías sido tú quien pintó el cielo de naranja. Un niño jugaba con un globo detrás de nosotros. Nunca supe si fue antes de caer al pasto, si fue en el abrazo, en la mirada o después del beso, pero mi corazón estalló con el globo.

Ahora todo es extraño. Quisieron adornarlo con luces. Luces, cariño, donde estaba más claro el cielo, debajo del tendón de estrellas. Luces hechas de lagañas y tierra, como si fueran nidos donde se amontona la neblina. Debajo de esa soledad de hombre he encontrado algunos amigos. No sé si sean sinceros, pero me ayudan a estar sin ti. Me da miedo la noche. No la oscuridad, que tanto nos alegrara el silencio, sino las sombras. Hay algo en ellas que me trae corriendo el invierno. Soy un hombre viejo, es cierto, pero aún recuerdo tanto. Alguna vez te tallé un trenecito. En él iríamos juntos al cielo. — Un suspiro, temblor de manos. Una lágrima. —  Amé y fui amado. De eso se trataba la vida, ¿No?

            Con un movimiento cedió su abrigo, que fue a posarse sobre el descanso de los brazos. A lo lejos, un riachuelo, de pronto un espejo y de pronto ella, se deslizaba reflejando la luna. El viejo, apoyándose, se puso en pie para acercarse al agua.

            Lo encontraron por la mañana con una chispa de alegría congelada en los ojos. La bata azul se quedó en silencio, cobijando la silla de ruedas.