De esas cenizas, fénix nuevo espera;

Mas con tus labios quedn vergonzosos
(que no compiten flores a rubíes)
y pálidos, después, de temerosos.

Y cuando con relámpagos te ríes,
de púrpura, cobardes, si ambiciosos,
marchitan sus blasones carmesíes.


Francisco de Quevedo


jueves, 8 de noviembre de 2012

Impresiones II


¡Guanajuato, Diana! Guanajuato, con sus túneles y montes, laberinto de luz, arteria de la Tierra. Llegué en la mañana y me impactaron la altura de sus torres y los árboles que crecen en los muros. El sol alcanzaba apenas a lamer los tejados y la gente salía ya, como en parvadas, a la calle. Me alcanzó el olor a tortillas hechas a mano, aroma matutino de México, que subía por entre los callejones torcidos y se alzaba hasta la ventana del hotel, hotelucho, lugar de paso. Cientos y cientos de escalones se suceden y cubren los rostros de las montañas donde donde se asienta Guanajuato. Matan aquí las tortas de quince pesos con su salsa, con esa salsa endemoniada, y mata también la inclinación del suelo. "Si te pierdes en Guanajuato, me decían, basta con que sueltes una canica y la sigas. Donde se quede quieta es el centro." Y es que es verdad. Imperio tienen los edificios, y doble lo manifiestan con su altura, dos veces mayor, por lo disparejo del horizonte.


Luego nos alcanzó la noche, indescriptible sin regresar a algún estado primigenio, a alguna infancia. Músicos y baile y luces; gente caminando entre los empedrados; velas y café se suceden en el centro de la ciudad. La gente es infinita, y son infinitas sus plazas, y la luz se refleja en el brillo de los ojos y se confunden, neón en movimiento. Porque aquí la noche es caminar junto al Quijote, y todo es como en sueños, como si la gente no temiera morir. Cierran el paso a los automóviles, para que camines libremente a donde te pluga. Al regresar al cuarto, menos posada, menos motel y más un suelo techado, y me senté en la cama a escribirte, Diana, escuché, a lo lejos, una serenata. A lo lejos, alguien cantaba. Al llegar el Nadir, el corazón de Guanajuato seguía despierto.
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Releo esto varios meses después. Hay algo en mí que se quebró y no funciona de la misma manera ya. Hay momentos en los que el amor, sentir que amamos nos hace olvidar que hemos crecido. Que las personas se rompen, que los días que regalamos dejaron de ser sólo nuestros. Que hay dagas y que hay espadas desde hace diez mil años y que se inventaron para matar a otros hombres y cortar las alas y las ilusiones, segar el mundo y dejar el corazón en la hoz y en un nombre, el que sea; nombre ajeno que interiorizamos y que va creciendo en nosotros hasta hacerse el horizonte. Que hay nombres que duelen y que preferiríamos enterrar ahí, en el jardín trasero de la mente, en el iceberg o en la nébula, lo que quede más lejos.

Hay veces que amamos de más, y es entonces que se está más vulnerable. Que la daga entra más limpia. Que las lágrimas corren sin duelo, como pide Garcilaso de la Vega. La jaula de huesos queda mal cerrada y nos entra aire al cerebro. El cuerpo, entonces, se siente más liviano, como que el mundo no está tan mal con y a pesar de nosotros, los hombres. Pidan a las estrellas que no se quiebre adentro la flecha, porque una astilla tardará cien veces cien días en salir, y arrastrará el sol y las lluvias y quedará un páramo desierto, azotado por langostas.

Y habrá que mostrarle al resto de los hombres que se está bien, que todo sigue como si nada, como si jamás se hubiera cortado el tendón de nuestras piernas, que las estacas de nuestros pies no duelen, que no llora sin remedio la lengua del agua de los ojos.  Que todo está bien. Que los sauces siguen en pie, aunque tengan las raíces expuestas a la tormenta de arena y que el huracán pasó sin golpear la costa. Que aún tenemos la misma sonrisa de antes de quebrarnos y que las lágrimas que se escapan con la música o con las palabras son lágrimas de emoción pura y no de recuerdo.

 A veces los barcos no son llamados a puerto. A veces sólo se quiere llorar y llorar, sujetado quién sabe a qué criatura del océano que gima con nosotros hasta que se nos vacíen las entrañas y los nombres, y que la memoria se adormezca con el dulce goteo del olvido. Quienes sufren mucho quedan atontados, como fuera de la existencia, cercenados de cualquier vínculo o semejanza que pudieran tener con los días y las noches de los hombres y se entra a un estado de serenidad como de muerte, como del sol cuando brilla sobre el mar ensangrentado. Porque no se puede engañar a la noche con una bengala. Porque no se puede vivir sintiendo tanto. 

jueves, 19 de abril de 2012

Hay días en los que el mundo simplemente se quiebra

Alguna vez escuché hablar a dos viejitos, y decían que, al enfermar uno de ellos, el otro se convertía en su sombra; que si uno de ellos perdía la pierna, era como si la perdieran ambos. Lo mismo pasa con los amigos de años y años. Si se desploma el corazón de uno, lo resienten los dos.

miércoles, 18 de abril de 2012

Sin tu latido

A mis veintidós años descubrí la trova. No es que antes me fuera completamente alien, pero no me interesaba en lo más mínimo. Cada amor tiene un detalle particular, por lo que es único. Cientos, en realidad, pero éste empieza con la música.

Hay algunos que dicen que todos los caminos conducen a Roma,
y es verdad por que el mio me lleva cada noche al hueco que te nombra.
Y le hablo y le suelto una sonrisa una blasfemia y luz de rutavuelvo
al faro tus ojos y duermo con tu nombre besando mi boca.

Hay varias razones por las que no había escuchado antes. Primero, supongo que el malinchismoes natural, cosa propia de todos los mexicanos. Sé que no es exclusivo de México, pero come on, nací hablando español, y para mí, la asociación inmediata fue Español = México. Además, Videogames + Cracked's dick jokes + The minor Edda = english. No apoyó tampoco que las primeras referencias de mi lengua fueran, no sé, Fey and shit. Es verdad que para cuando tenía mis primeros atisbos de razón estuvieran de moda también Mambo nr. 5 y tal vez Britney Spears y The Backstreet boys. Pero entonces también estaba en el aire Gorillaz (Clint Eastwood). Sea como fuere, el punto es que el español para mí era el idioma de la escuela, y tal vez el de la "socialización."

Most ofthe time it was about the shit and giggles.

¡PERO el alemán! A los quince, como creo ya mencioné alguna vez, empecé a estudiarlo. En parte para saber qué decían los de Haggard y Lacrimosa y Rammstein, y después Sopor y Angizia, sí, pero también como una forma de aislarme (más) del mundo. No necesitaba que me entendieran mientras pudiera expresarme. No me interesaba. Además, ya escuchaba y entendía muchísimas cosas del inglés, y por acá entró Tiamat. A los dieciséis, puedo decirlo ahora, me enamoré. Y compartí tanto que dejó de ser lo que era mío, mío y que sólo yo podía entender. Y luego la tormenta. Pasaron años y muchas de las canciones que amé (Bresso, Satura, Crucifixio; Phantasma de Luxe, Divided, etc.) se quedaron con algo de ella. Seguí escuchando, pero supe que había habido un meltdown, y ahora sólo quedaba yo en medio del nuclear fallout.

Not so badass looking, though.

Luego llegaron los vikingos (FUCK YEAH!) , y Odín me tomó de su mano, y pude levantarme, y cabalgar los relámpagos. Renací para aprender a sobrevivir. La muerte es el fin de un ciclo, y no quise entenderlo, pero es también el gérmen de una nueva vida. Al mismo tiempo conocí a los poetas de los Siglos de Oro. Ya también lo he mencionado pero they have such massive plated balls of steel...


Lope de Vega: Dick-slapping Chronnos since 1562.

Aquí, después de leer a Quevedo, que fue mi terapeuta y me hizo sanar a través de shock therapy. Luego, Gracián me instruyó en el concepto. Lope de Vega ayudó, y al final, Góngora. Aquí, con ellos, aprendí el verdadero valor de la lengua que heredé. Cómo hilar y deshilar, el sonido de las palabras. Ellos me han instruido en mitología clásica, historia, leyes. Han intentado enseñarme religión, pero fuck that. Yo también le he preguntado <<¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?>> a Thor. No es que no sea espiritual, pero los católicos y yo nomás no nos llevamos. Aquí entran Forseti y Therion, que me acercaron más a las fuerzas de la naturaleza, al cosmos, a Ginnungagap. Y después de los Poetas, así, con mayúscula, entendí que había despreciado lo que constituye más del noventa y cinco por ciento de los pensamientos que tengo al año. Lo demás es cuando leo Cracked o artículos de astrofísica. Y ahora, encadenado a una nueva perspectiva, llega un nuevo amor. Ojalá.

De nombres

Así como antes se pintó, ahora se nombra. Lo que antes fue "el camino de las ballenas" ahora es el mar; lo que fuera "estrella" ahora es VY CANIS MAJORIS, la bóveda del cielo pasó a ser universo, y el universo pasó a contener las galaxias. Los nombres, pues, reflejan también la evolución del pensamiento, de la sensibilización respecto a X y de la censura a Y, además de resaltar las características Z de aquello que se nombra. Nombrar es poseer, tener control sobre la esencia de los objetos, y, de cierto modo, sobre otra persona. Nada es más difícil de imaginar que aquello que no tiene nombre, porque no puede ser referido sin que lo preceda una plétora de explicaciones. ¿Sería lo mismo Cthulhu sin su nombre sumerio, sin un nombre que nos remite a civilizaciones extintas desde hace miles de años? Difícil, pero no imposible. Evitar nombrar es también evitar evocar una plaza, un rascacielos, un funeral. Últimamente, acabaremos llamando de uno u otro modo, porque necesitamos sentir que podemos dominar el miedo, abrazar a la persona, caminar la estrella. Aprehender el momento, clavarlo a un instante y no tirarlo en el pasado.

Un nombre que se olvida es un nombre que no importa.

martes, 17 de abril de 2012

Impresiones

¡Guanajuato, Diana! Guanajuato, con sus túneles y montes, laberinto de luz, arteria de la Tierra. Llegué en la mañana y me impactaron la altura de sus torres y los árboles que crecen en los muros. El sol alcanzaba apenas a lamer los tejados y la gente salía ya, como en parvadas, a la calle. Me alcanzó el olor a tortillas hechas a mano, aroma matutino de México, que subía por entre los callejones torcidos y se alzaba hasta la ventana del hotel, hotelucho, lugar de paso. Cientos y cientos de escalones se suceden y cubren los rostros de las montañas donde donde se asienta Guanajuato. Matan aquí las tortas de quince pesos con su salsa, con esa salsa endemoniada, y mata también la inclinación del suelo. "Si te pierdes en Guanajuato, me decían, basta con que sueltes una canica y la sigas. Donde se quede quieta es el centro." Y es que es verdad. Imperio tienen los edificios, y doble lo manifiestan con su altura, dos veces mayor, por lo disparejo del horizonte.

Luego nos alcanzó la noche, indescriptible sin regresar a algún estado primigenio, a alguna infancia. Músicos y baile y luces; gente caminando entre los empedrados; velas y café se suceden en el centro de la ciudad. La gente es infinita, y son infinitas sus plazas, y la luz se refleja en el brillo de los ojos y se confunden, neón en movimiento. Porque aquí la noche es caminar junto al Quijote, y todo es como en sueños, como si la gente no temiera morir. Cierran el paso a los automóviles, para que camines libremente a donde te pluga. Al regresar al cuarto, menos posada, menos motel y más un suelo techado, y me senté en la cama a escribirte, Diana, escuché, a lo lejos, una serenata. A lo lejos, alguien cantaba. Al llegar el Nadir, el corazón de Guanajuato seguía despierto.

Spirit walker

Tierra y viento; agua y fuego. Nacidos en las estrellas, constituyentes de toda la materia de la Tierra. Encarnados en los Elementales; confundidos con genios y demonios. Orden y Caos. Cuatro balas en el revólver con el que el Cosmos juega a la ruleta rusa. Muerte y vida; el viento esparce la ceniza del corazón del mar. Balance entre luz y sombra: que una no opaque a la otra. Ambas tejen a los Dioses, y por lo tanto a los hombres; podemos levantarnos en el huracán, en la tormenta de arena. Agua y fuego; tierra y viento. Los Elementales me han enseñado a caminar entre planos.

sábado, 24 de marzo de 2012

Bajo la música de las esferas

Cierro los ojos y se expande el tiempo. Así escucho moverse a los planetas junto a mí, veo las pirámides y las plumas y veo sus calles; escucho una campana que sigue a las manecillas de un reloj colosal. Saturno ríe a la distancia, rodeado por sus hijos, los anillos.

Aquí adentro no hay límites. Aquí, tras la oscuridad de los párpados aprendes a rezurcir el mundo, a reparar tus grietas, a fundir la tristeza y el desespero en el corazón de los volcanes. Porque aquí estás en compañía de ti mismo, de los eones, los gigantes y los vikingos; aquí conoces los rituales de mil civilizaciones y escuchas cientos de lenguas decir “te amo.” Aquí es donde se unen los números y las letras, y juntos entonan la Música de las Esferas. Lo demás no existe. Somos lo que creemos, y lo que crees es creado a tu alrededor. Yo creo galaxias, y me rodean las estrellas.

Entonces dejas de estar sola.

El Universo se une contigo como están unidas las hojas a los árboles.

Aprendes a callar, a escuchar tu propia voz y la de los otros. Todos somos el Cosmos y danzamos juntos, como los Planetas, en la órbita del Sol. Para abrir Un Ojo tienes que cerrar los dos, respirar el incienso y escuchar las cascadas del alma. Aquí es donde se unen el hombre y los dioses. Más allá de la carne, más allá y entre la materia, anudados a los átomos.

No escapamos del tiempo, lo manipulamos. No escapamos del mundo, lo reconstruimos con triángulos y sietes; con ciclos, onces, ochos y cincuenta y dos.


La física cuántica, los pulsares, las nebulosas, los océanos y los animales viven dentro de ti, esperando el llamado primigenio, el primer cántico, el primer rezo, antes de Babel. Son los nahuales. Son el Fylgia.

Son los tótems de ojos abiertos que predicen y esperan la tormenta.

Quítate de encima cuatro mil años de sopor.

Deja atrás las arenas de Egipto.

Deja atrás los vientos de obsidiana.

Ya terminó el tiempo de las lágrimas; empieza ya la Era de Acuario.

Todo es poesía, todo es música, todo está en los números.

Despierta, niña, y rejuvenece.