De esas cenizas, fénix nuevo espera;

Mas con tus labios quedn vergonzosos
(que no compiten flores a rubíes)
y pálidos, después, de temerosos.

Y cuando con relámpagos te ríes,
de púrpura, cobardes, si ambiciosos,
marchitan sus blasones carmesíes.


Francisco de Quevedo


domingo, 22 de agosto de 2010

Sobre la segunda parte del Beowulf

Citar al Beowulf[1] es hablar del poema épico anglosajón más antiguo conservado del siglo VIII[2]. Un poema, nos dice Beristáin, es una composición literaria de carácter poético (de acuerdo con las funciones de Jakobson, poético es aquel que se centra en el mensaje) cuya mayor gracia consiste en la complejidad que desarrolla, suma de diversos recursos literarios.[3] Una épica es un texto con carácter fundacional; los héroes representan los valores e intereses de la comunidad; las tramas giran en torno a ellos, cuentan hazañas que los avalan ya sea como pueblo, ya sea como legítimos herederos, poseedores o conquistadores de cierto territorio. Además, las acciones que se describen son pocas, pero cada es extensamente descrita[4] (recordemos el sitio de Ilion/Troya). El caso más célebre de éstos es, sin duda, la Illiada, epopeya que sienta las bases de las futuras épicas. En síntesis:
An epic may be defined as a long narrative poem which concentrates upon the exploits of a single hero, usually someone prominent in the history or folklore of a particular tribe or nation.[5]

La figura retórica que emplea con mayor fluidez la épica germana es, en voz de Borges, la perífrasis, que Beristáin define como el recurso que sustituye una palabra por una frase y, aunque menciona variantes dentro de la misma, en general todas emplean atributos o fenómenos relacionados de forma directa con el vocablo a sustituir. Es común que se le confunda con el eufemismo por este rodeo. Borges ha hecho ya una recapitulación de algunas[6], pero la “tormenta de acero”, “discordia de espadas” y “el camino de la ballena” son particularmente hermosos. Beowulf se compone de dos cantos mayores (la lucha contra Grendel y su madre, y, posteriormente, con el dragón) y múltiples cantos menores (la caída de Hygelac y Heardred, la competencia con Breca…) que son, en su mayoría, “digressions that effectively contribute to the forward movement of the narrative.”[7] El ya citado episodio de Breca es interesante en cuanto a que está inserto en medio de una narración, hasta entonces, lineal. Parecido al episodio en que a Aquiles se le revela el destino de morir peleando en Troya, la llegada del dragón anuncia también la derrota de Beowulf. Según Borges, el tópico del “hombre que da con su destino”[8] está presente; sin embargo, no es el destino el que alcanza al hombre sino el hombre que, consciente de que será su última batalla, corre a hacer frente a su destino. En la mitología nórdica aparece Jormundgand como “la serpiente del mundo” que asesinará, en el Ragnarok, a Thor.[9] El dragón aparece, en la Edda prosaica, como guardián de tesoros; es esta misma concepción la que se traslada a Beowulf. El dragón como “demonio” es una de las representaciones hebreas de la maldad.[10] Vemos así una convivencia de distintas religiones que adoptan un margen de tolerancia la una hacia la otra, “and it was precisely this flexible attitude toward pagan culture that established the religious and intellectual climate in which a poem like Beowulf could flourish.”[11] Entonces el dragón volvió a su guarida, dejando al rey de los gautas[12] con el ánimo quebrantado; “su mente se nubló con sombrías ideas”[13] porque temía haber violado alguno de los mandamientos de Dios. Vemos en estas líneas cómo los dragones cristiano y nórdico se hermanan y cómo Beowulf es, asimismo, temeroso de la ira de los Cielos. Con esto inicia la muerte para ambos. Beowulf ve en el dragón su redención; presto toma las armas y un escudo para cumplir su sentencia. El scop nos dice entonces qué es lo que pasa entre la muerte de Grendel y ese instante: nos habla de guerras que no describe, como habría hecho un Homero en su Iliada; de traiciones que llevarán, en última instancia, al ascenso al trono por parte de Beowulf.

Nos damos cuenta, desde el inicio de la épica que, mientras Beowulf mata trolls, serpientes marinas y dragones, el mundo escandinavo está cambiando. Nos llegan los nombres de muchos personajes[14], pero pocos tienen alguna repercusión en la diégesis; estas “danzas de espadas” nos dicen que el autor sabía qué era lo que acontecía entre los pueblos[15] y cómo era que los diversos regentes se comportaban con los geats, lo que le hace prever el funesto hado que sufrirán los gautas tras la pérdida de Beowulf.[16] En un instante aparece otra escena: una comitiva de doce individuos, entre ellos Beowulf, cercan a la sierpe. Aquí aprovecha el poeta para evocar imágenes de pena y desconsuelo: la muerte que nadie podrá pagar, el banquete de los cuervos, el amanecer transformado en despedida, la alcoba barrida por el viento. Mientras más se acerca nuestro personaje a su duelo, más se desprende de su vida terrena. Tras la recaída que provocó la noticia del incendio, Beowulf aparece cada vez más cercano al héroe clásico; rememora a los enemigos vencidos y es este conocimiento el que comienza a liberarlo de su miedo, de su tristeza;[17] llega esta conversión del estado anímico del personaje a tal punto que reta a duelo al dragón, sin interferencia de sus soldados. Nada menciona el vate sobre Valhalla, Asgard o el Paraíso: El momento de gloria de Beowulf es en la tierra. Si ha de perecer, lo hará su raza como prueba de que su regente era débil; si lograra matar a la encarnación del mal poco importaría la muerte, pues en la vida será por siempre recordado. Aquí se entremezclan gloria y tragedia; Beowulf sería cremado por los gautas, lo que anuncia a los pueblos vecinos que ha caído el más grande de sus guerreros y, por lo tanto, se encuentran vulnerables, pero esto eleva el nombre del soberano por encima del de todos los escandinavos que lo hubieran precedido. Beowulf, empero, no habría logrado hacerse de gloria eterna si no hubiera intervenido Wiglaf, personaje que se introduce hasta este momento de la historia. Es gracias a éste que el dragón cesa la llamarada que mantenía inmóvil a Beowulf, quien sabe que sin Wiglaf no habría logrado terminar con la amenaza; no por haber sido ayudado siente pérdida en su honor. Wiglaf tiene dos grandes momentos: el primero, cuando les dice a los demás que están en deuda con su rey, y al comprobar que es mayor el miedo del batallón que su sentido del deber, se arroja solo al torbellino de llamas en un intento desesperado por salvar al gauta. Es esto lo que acelera el desenlace de Beowulf: la participación de su guerrero le infunde ánimos, ataca al enemigo, sobre cuya piel se fragmenta Naegling, la espada, y cuyo contraataque define el sino del héroe. Una vez que el dragón yace inmóvil a los pies de los gautas, Beowulf le confía a Wiglaf el rescate y distribución del tesoro; mientras agoniza se desprende de la vida encomendándose al Señor y le entrega sus pertenencias al más leal de sus hombres[18]. Cabe apuntar que la muerte de Beowulf tiene parecido notorio con la de Thor al enfrentar a Jormundgand. En el caso del escandinavo, muere envenenado por el dragón. Thor, dice la Younger edda, que caminará nueve pasos antes de expirar, intoxicado por el veneno que Jörmundgandr le introduce en el cuerpo, no sin antes haberla muerto.[19] Es así, ante el cadáver de Beowulf, que aparece el segundo clímax de Wiglaf: el intento por reanimar al rey de los gautas, el reclamo ante la cobardía de los caudillos que los acompañaron y, finalmente, la ira del último de los waegmundings, quien maldice a la descendencia de los traidores: pobreza, la condición de proscritos y vergüenza eterna; pasaje que se asemeja al anatema de Caín.[20]

Llega el momento de disponer el cuerpo de Beowulf. El monarca, entre las cosas que pide a Wiglaf antes de expirar, ordena cómo es que debe disponerse de su cuerpo y cómo su memoria sea honrada: Un túmulo a orillas del mar, sobre Hronesness,[21] que albergase sus cenizas[22]. Entonces la pira fue encendida y diez días duraron los funerales de Beowulf: así se despidieron los gautas de su rey y, así, se hacían concientes de que pronto abrazarían el olvido. Hemos repasado, de manera muy general, qué es lo que sucede en la segunda parte del poema Beowulf. Este posee características de la épica, ciertamente, pero es original a su modo. Beowulf encarna los ideales del héroe incorruptible, del rey que defiende, antes que a sus intereses, a su pueblo; la confianza plena en los designios de Dios, muestra irrefutable de la llegada del cristianismo a la península. Pueden percibirse, pese a esto, vestigios de la estirpe escandinava: La decapitación de Grendel, cuyo resto funciona como prueba y trofeo de la victoria de Beowulf, la búsqueda de venganza de la madre, la propia de los habitantes de Heorot, representados en el mismo Beowulf; la llegada al trono por parte del gauta, lograda no tanto por su mano, sino por la consumación de las vidas de los gobernantes a manos de viejos enemigos; todo ello en evocación inequívoca del espíritu de lucha de los pueblos nórdicos.

[1] There are two leading theories as of the meaning of the name Beowulf. […] Old English beow (or beaw) meaning “grain” or “barley” […] being associated with an ancient harvest divinity. […] the second major theory explains Beowulf as the “beewolf” (the wolf that is the enemy of the bee) — in other words, the bear. What would seem to reinforce this interpretation […] is the widely circulated folk tale of “the Bear’s Son.” Zesmer M., David. “III: Beowulf and the heroic tradition” en Guide to English literature. From Beowulf through Chaucer and Medieval Drama, Barnes & Noble Inc. USA, 1961; pp. 31-32
[2] Klob, Herbert, “Poesía épica germánica” en Historia de la literatura, segundo volumen, Mundo medieval, Akal, Frankfurt am Main, 1982, p. 445.
[3] Beristáin, Helena, Diccionario de retórica y poética, Porrúa, México, 1995, pp. 230-232/ 394-395 [4] Goodman, “Estructuras épicas”, en La estructura de la obra literaria.
[5] Zesmer M., David. “III: Beowulf and the heroic tradition” … p. 24
[6] Borges, Jorge Luis, Antiguas literaturas germánicas, Fondo de Cultura Económica, México, 1975 p. 17.
[7] I Zesmer M., David. “III: Beowulf and the heroic tradition”... p..41
[8] Borges, Jorge Luis, Antiguas ... p.24.
[9] Sturlasson, Snorre, “Ragnarok” en Younger edda, Griggs and company, London,1880 pp.140-143
[10] Apocalipsis (12 : 1-14)
[11] Zesmer M., David. “III: Beowulf and the heroic tradition”... p. 27.
[12] The Geats, also called Weders, were tribe that probably lived in southern Sweden. Ibid, p. 29.
[13] Roa Vial, Armando, Beowulf… p. 64.
[14] There are numerous characters who do not play any part in Beowulf’s immediate adventures. Zesmer M., David ... p.33
[15] (Beowulf) has a constant background motif of the flourishing and fall of nations Ibid. p.28
[16] La nación sería invadida por enemigos y alborotadores; habría muerte, esclavitud y humillaciones. Roa Vial, Armando, Beowulf… p. 80. Yet, even as Heorot stands in its fullest opulence and glory, the Beowulf poet heralds the terrible end of the Scylding dynasty. Not from Grendel, but from man-made woe. Zesmer M. David... p.35
[17] The young Beowulf is brave, daring, optimistic; the older Beowulf, relinquishing none of his courage or dignity, has grown tired and melancholy. Zesmer M. David, “III: Beowulf and the heroic tradition”
[18] Roa Vial, Armando, Beowulf... p. 73-
[19] Thor stands by his side, but can give him no assistance, for he has his hands full in his struggle with the Midgard-serpent. [...]Thor gets great renown by slaying the Midgard-serpent, but retreats only nine paces when he falls to the earth dead, poisoned by the venom that the serpent blows on him. Jormundgand/ Jörmundgandr: The Midgard-serpent. Sturlasson, Snorre, “Ragnarok” en Younger edda, Griggs and company, London,1880 pp.140-143 / 283
[20] Génesis (4 : 8-15)
[21] Hronesness is translated "Whales' Ness" by some: others incline to the mythological rendering, Ran's Ness. Brooke shows that Hronesness is next to Earnaness, Eagle's Ness, and considers that "the unmythological explanation is plainly right." MacKenzie, Donald, Teutonic Myth and legend, BiblioBazaar, USA, 2008, p.252
[22] La cremación se consideraba un ritual pagano puesto que se deshacía del cuerpo; Dios no podría resucitar a quienes fueron reducidos a cenizas según 1 Corintios (15 : 35-58)

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