De esas cenizas, fénix nuevo espera;

Mas con tus labios quedn vergonzosos
(que no compiten flores a rubíes)
y pálidos, después, de temerosos.

Y cuando con relámpagos te ríes,
de púrpura, cobardes, si ambiciosos,
marchitan sus blasones carmesíes.


Francisco de Quevedo


miércoles, 8 de octubre de 2014

Los días más lentos - X



En espiral de mí, en una idea
que crece y crece de sí misma;
en un camino igual pero más grande
que lleva siempre al mismo sitio;
en una ciudad de muros, lama y rocas grises;

En una vida de no ver más allá del suelo
a tres veces de lo mismo, lo mismo,  lo mismo a cada paso;
a cada caer de hojas;
a cada mirada en silencio;
a cada batir de alas, cada perro, cada silla,
a cada hablar de ti;
a cada morirme al hablar de ti;
a estos veintitantos años de no saber qué soy yo;
de amar las estrellas y no saber para qué,
de no saber, sordo y ciego,
de qué sirve tanta tormenta y tanto desespero.

En este asedio constante de mí;
en esta mucha conciencia que me dobla las manos
y sube en humo oscuro a mis ojos;
en esta muerte que pasa por encima
una y otra vez.
Una y otra vez.
Y este grito de miedo.

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